Sombrío. No encuentro adjetivo mejor para describir el panorama que se cierne sobre nuestro horizonte. Ha terminado el proceso electoral y nos queda un país dividido en dos mitades, polarizado, que enfrenta inútilmente a ecuatorianos con ecuatorianos.

El CNE se apresta a proclamar oficialmente a Lenín Moreno como presidente electo. Pesa sobre este resultado una grave sospecha. Llega Moreno con una legitimad cuestionada y disminuida; presidirá un gobierno débil. Se encontrará con las arcas vacías por obra y gracia del laureado economista y sus diligentes y obsecuentes áulicos a cargo de administrar los mayores recursos de nuestra historia. Pronto sabrá que no hay con qué pagar soldada y que ya copamos nuestra capacidad de endeudamiento. Conocerá de primera mano las fracturas al interior del movimiento que lo ha colocado al frente de una gran farsa. Recibirá edificios e infraestructuras sin institucionalidad que las ponga al servicio de los ciudadanos. Pronto volverán los escándalos de corrupción. Presidirá con la permanente sombra y referente de Rafael Correa.

Del otro lado, la llamada oposición no ha sido capaz de construir un relato sólido que muestre con datos y hechos lo que muchos sospechamos sobre cómo se manejó el proceso electoral. Se sabía que el partido era con árbitro comprado, en cancha inclinada y con barra pagada. Anunciaron un sistema de control electoral propio para contrarrestar las desventajas sabidas y conocidas. Hasta hoy que escribo y escucho que el CNE ya proclamó oficialmente a Lenín Moreno como presidente, no he visto evidencias atendibles que muestren lo que se denuncia. Me comentan que hay algo en Facebook. ¡Por favor! Lasso y Nebot discrepan. El primero tendría la oportunidad de ser cabeza de la oposición, pero tendrá que demostrar con argumentos cómo se burló la voluntad popular y capitalizar la indignación; Nebot, a su vez, se niega a dejar la cancha y a ser el referente que es, pero no parece tener ningún otro propósito que ser el indiscutible líder cantonal. El Dr. Borja dice estar retirado y se desentiende de su país. Osvaldo Hurtado sale a la palestra con argumentos y autoridad intelectual, pero el país no lo escucha, perdió la costumbre de atender argumentaciones. Otros pocos como él, claman en el desierto. El resto calla. Desolador.

Es hora de salir por nuestros fueros, ahora que la venda ha caído de nuestros ojos y ya no quedan ni profetas ni salvadores. Nos toca a nosotros, los que de todas maneras pagamos la factura, abrir otros canales de organización y diálogo para construir una visión del país que queremos y podemos ser.

¿Qué queda? Quedamos nosotros, los ciudadanos del llano. Queda un maravilloso país bello y lleno de potenciales. Queda nuestra luminosa costa con sus playas, mar y pesca; queda la riquísima cuenca del Guayas; quedan nuestras imponentes montañas con tantos pisos climáticos y variada producción; queda nuestro magnífico verde amazónico que procesa el aire que respira la humanidad. Queda el sol y la energía del agua. Queda nuestra diversidad. Queda la intrínseca decencia de los ecuatorianos. Quedamos los jóvenes y los viejos.

Es hora de salir por nuestros fueros, ahora que la venda ha caído de nuestros ojos y ya no quedan ni profetas ni salvadores. Nos toca a nosotros, los que de todas maneras pagamos la factura, abrir otros canales de organización y diálogo para construir una visión del país que queremos y podemos ser. No me cansaré de insistir en proclamar que podemos ser un pequeño gran país a partir de nuestros propios referentes. Fue precisamente en las épocas más oscuras que se construyeron las catedrales que serían los faros y referentes del espíritu humano. De entre las sombras levantémonos para construir nuestra catedral; hagamos acopio de arrestos para la dura y larga tarea que nos espera; reconozcámonos; hagamos el balance de nuestras posibilidades; capitalicémoslas y prevalezcamos. (O)