Al momento de escribir esta columna, el CNE se apresta a realizar el recuento de las actas impugnadas por CREO, diligencia que se hará públicamente y con la presencia de la prensa, a la que los representantes de CREO han anunciado que no asistirán.

Me anticipo a afirmar que luego del recuento, el resultado electoral no variará. ¿Por qué lo afirmo?

Porque si CREO hubiere tenido la constancia del fraude, que no dudo puede haberse dado, habría exhibido las pruebas del hecho desde el lunes 3 de abril.

Y la forma de defender un resultado electoral, de acuerdo con la ley vigente en el Ecuador, es con las actas, que una campaña responsable y a la que recursos evidentemente no le faltó debería tener de cada junta receptora del voto, para lo cual debió tener por lo menos un delegado por mesa en todo el país. Cada delegado presenciando el conteo de su mesa y firmando el acta correspondiente.

Para estas elecciones, la cancha estuvo inclinada desde el inicio. Sabíamos que todo el aparato estatal empujaría la campaña de Lenín. Sabíamos que habría una campaña de desprestigio muy fuerte contra los candidatos opositores, situación que también ocurrió en primera vuelta, entre los candidatos opositores.

La política es así, y quien pretenda lo contrario, que se quede fuera de ella mejor.

Sabíamos también de la poca credibilidad del CNE, cooptado por el partido de Gobierno, razón por la cual el control electoral era neurálgico para cualquier aspiración de cambio.

¿Qué ocurrió entonces? ¿Dónde están las más de 40 mil actas de control electoral?

Sin duda quienes estuvieron a cargo le fallaron a Lasso y al país.

¿No les parece extraño, por ejemplo, que el PSC-MG no haya denunciado fraude? ¿Que no haya una sola curul usurpada por AP?

Y para los nuevos anti-Nebot de Sambo y otras élites, que repiten la absurda supuesta alianza del alcalde de Guayaquil con el oficialismo, ¿por qué no le hicieron fraude a Nebot en 2009 y 2014, cuando era el principal opositor del Gobierno, y este último, igual que ahora, tenía todos los poderes bajo su control y mucho menos desgaste?

Entonces, salvo que el resultado del recuento arroje algo diferente a lo que vaticino en esta columna, es hora de pensar en el país.

Si Lenín Moreno ha ganado, con todos los reparos que desde esta columna hemos denunciado, es hora de pensar en cómo vamos a enfrentar la grave crisis económica que el actual Gobierno oculta, y que estará acompañada del cansancio generalizado del estilo agresivo e intolerante del presidente saliente y su corte.

Porque Lenín Moreno heredará un gobierno sin dinero, con alto endeudamiento, el gasto público desorbitado y una sociedad con poca tolerancia al error, lista para salir a las calles.

Corresponde al presidente electo rodearse de un equipo de gente profesional y seria que lo ayude a enfrentar este desafío que la historia le pone por delante.

Y a todos los ecuatorianos, correístas u opositores, empujar hacia adelante.

Ese es el camino para quienes, como quien escribe esta columna, no estamos dispuestos a huir al exterior y enterarnos por la prensa y redes sociales de cómo se hunde el Ecuador.

Ha llegado el momento, una vez más, de pensar en el país. (O)