Estimado señor Blanco:

Había pasado solo una hora desde que el otro presidente, pero dizque de otro organismo, dijo que los resultados eran irreversibles y a usted lo llamaron como no quería. Para evitar susceptibilidades le digo señor Blanco, por si la tez de su apellido también le molesta.

Siendo usted un motivador profesional, un experto en la teoría del humor, me llama la atención que un título le haya borrado la sonrisa y dibujado el entrecejo.

A usted que lo he visto cantar con algarabía sobre una tarima, incluso entonando el Cumpleaños feliz en el balcón de Carondelet siendo realmente candidato todavía.

Voy también a tratarle de Voltaire, su segundo nombre, eso le evocará al famoso filósofo, representante de un periodo que enfatizó el poder de la razón humana y el respeto a la humanidad. –“Soy el presidente electo de los ecuatorianos, no me trate como un candidato”, como diciendo que ya tiene un upgrade. Pues bien, usted que ya se siente en business class debe recordar lo que decía Miguel de Cervantes en El coloquio de los perros: “La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes”.

Usted mostraba tenerlas, yo lo puedo decir, al menos en pantalla se mostró más de una vez peregrinando junto a los discapacitados, enfermos, damnificados cuando incluso tenía un grado menos, era el vicepresidente.

Voltaire, ¿por qué le ofende que le llamen por un título que le costó muchos años de preparación?, no cualquiera es licenciado.

Le propongo que se muestre más generoso y en desapego permita la voluntad de esos ecuatorianos que quieren despejar las dudas del apretado margen de las elecciones del domingo y la sospecha de la oposición de que en algunas actas hubo “manoseo”. El país está en un periodo de incertidumbre.

Si con todo eso el resultado es “irreversible” como dijo el CNE, Ecuador merece que vivamos un “leninismo amable”, recuerde a su admirado Simón Bolívar: “El que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores”.

Hágase acreedor a una licencia que lo certifique como el más capacitado para ayudar y gobernar desde su posición a los que lo necesitan y a los que no. Continúe con su gran proyecto Manuela Espejo. Siga editando libros como Ser feliz es fácil y divertido, Ríase, no sea enfermo. Usted mismo ha asegurado que esa táctica, la del humor, tiene un efecto terapéutico que alimenta el espíritu, el alma, el cuerpo y que lo ha ayudado mucho a salir de ese lamentable suceso de aquella tarde de abril de 1998.

No se enoje con la prensa, decirle candidato no es faltarle la consideración. Recuerde el honor que sintió al ser “candidato” al Premio Nobel de la Paz. Los periodistas también queremos dialogar y no debatir con usted.

–“Tratémonos con respeto”. Seguro que sí, señor Moreno; y yo a usted lo respeto no porque le vayan a poner una banda tricolor, sino porque me enseñaron que el respeto se gana y no se mide con un título nobiliario.

Entonces:
“–Dígame licenciado.
“–Licenciado.
“–Gracias, muchas gracias.
“–No hay de queso, nomás de papa”.  (O)