Los ciudadanos de a pie, los que no tenemos parientes, amistades, ni cargos en el Gobierno, luego de haber expresado lo que sentimos o pensamos de los resultados en las elecciones, solo podemos seguir trabajando, como hemos venido haciendo hasta ahora. Nadie nos regala nada, y debemos matricular hijos, pagar deudas y útiles escolares.

Por tanto, no cuento con marcha atrás, las cosas no cambiarán. Lo hemos visto en nuestro país hermano Venezuela. Una vez que el CNE determina algo –como lo hará–, es inamovible. Ya se hizo lo que se debía hacer, ahora nos resta seguir andando. Las quejas o endoso de culpa no solucionarán nada, el trabajo en conjunto sí. Lo imperante es que el presidente electo tenga presente que toma un país dividido y desempleado. Un pueblo inconforme debido al parecido que tenemos con otros lugares que comulgan con el socialismo siglo XXI y al destino que ellos tienen, con ciudadanos buscando el almuerzo para sus hijos en tachos de basura, por ejemplo. Así que deseo creer en el optimismo del ganador, y pese a que todo indica que el cambio que se aproxima nos asemejará más a nuestros vecinos, no se puede eliminar el “mérito de la duda”.

Las elecciones han dejado una estela de sentimientos y cuestionamientos. Mucho se habla sobre impugnación, pero confío en ella tanto como en el hada de los dientes. Cuando se impugna dentro del mismo partido, se soluciona fácilmente dando un cargo que satisfaga el ego herido del impugnador, pero ahora el tema es más complejo porque Carondelet es el destino en discusión.

Por consiguiente, esperamos que se respete el camino institucional para andar por un derrotero que traiga paz a los ecuatorianos y que el nuevo gobierno entre a trabajar con la confianza del pueblo. Temo de la migración originada por la decepción, que genere inestabilidad, pero ellos también tienen derecho a decidir el lugar que les parece mejor, para que sus hijos crezcan. Estimo que será un momento complicado para encontrar empleo, porque algunas compañías cerrarán operaciones y otras se reducirán a la mínima expresión, pero ruego que se cumpla la propuesta de campaña y que de alguna manera, que nunca se explicó, el trabajo empiece a aparecer.

Y es que ante un panorama anhelado por algunos y evitado por otros, solo espero que el miedo y la cultura de odio no regresen, ni desarrollen más adeptos que vuelvan a Ecuador, un lugar inhóspito para poder expresar un criterio diferente.

Finalmente, estamos frente a un inicio, y comenzar siempre es bueno. Pese a que la libertad de expresión está muy debilitada, nuestra voz no se ha silenciado y no estamos dispuestos a callar. Le deseo la mejor de las suertes a este nuevo gobierno, ojalá todas las visiones y proyecciones políticas que nos ubican en el desastre social junto al caos económico, sean revisadas a fin de que nuestro país realmente pueda salir adelante, para estar a la altura de las expectativas y esperanza de los ecuatorianos. (O)