El 2 de abril será un día histórico que marcará un punto de quiebre. Pero quien sea que gane la elección recibirá un Ecuador hipotecado, no sólo por la grave crisis económica sino también por la suma de pasivos en el orden político, institucional, social y también moral.

Lo previsible es que el resultado de los comicios reflejará un país profundamente dividido por mitades. Y con ánimos de frustración y pugnacidad que ha sido la siembra de un proyecto político maniqueo, que ha hecho una separación arbitraria de buenos y malos.

Visto así será necesario que el nuevo mandatario se aplique para restañar heridas y formular nuevos paradigmas de ejercicio democrático, privilegiando el diálogo y la inclusión, no sólo de sus partidarios sino de sectores de la sociedad que puedan estar en su contra.

La Función Ejecutiva tendrá que “descorreisarse” con urgencia. El modelo de populismo autocrático esta obsoleto y se ha vuelto regresivo.

La oferta fue construir una gran explanada donde el poder sea ejercido por la ciudadanía, al margen de los intereses de las élites, pero a lo postre lo que se ha erigido es una pirámide donde en la cúspide gobierna el mandamás con su círculo íntimo.

Desde esta perspectiva el desafío es mayor para el candidato oficialista. Para él será mucho más difícil ese paso considerando que en la estructura burocrática de Alianza País y en su nueva mayoría parlamentaria prevalece el ADN correísta.

Para el postulante opositor será más fácil la desconexión con el pasado aunque tendrá que superar múltiples obstáculos.

Entre los principales esa especie de candado que deja impuesto el régimen con autoridades de control adictas, que vienen siendo elegidas en el período de transición para permanecer cinco años en funciones. Y más allá de las formalidades del inefable Consejo Participación Ciudadana y Control Social, resulta obvio que los concursos de selección están amañados.

Es la razón por la cual Lasso ha manifestado que en caso de ganar llamará a consulta popular para poder elegir a nuevos funcionarios que garanticen autonomía e independencia en el desempeño de sus cargos. Más aún después de la grave denuncia del ex ministro Pareja Yanuzelli de haber entregado fajos de dinero de los contratistas de Petroecuador al Fiscal y al Contralor reelecto.

Entretanto el presidente saliente ha vuelto a proclamar que la recesión económica ha sido superada. Una muestra más de su falta de contacto con la realidad. Es como si desconociera que la baja del consumo y de las ventas en los negocios persiste, lo que ha supuesto que las empresas reduzcan sus gastos fijos, entre otros, el de personal.

La recomendación de utilizar la Mashi card cuando se pierda el empleo, de algún modo, la viene aplicando en la administración de la Hacienda pública. No hay semana en que no aparezca una noticia de algún crédito que se viene gestionando en el exterior, de la colocación de bonos en el mercado interno o de los préstamos de liquidez del Banco Central al ministerio de Finanzas. Si fuera empresario estaría quebrado hace rato.

Por lo demás su conducta es tan olímpica, que acaba de manifestar que la democracia en Venezuela es un ejemplo para la región. Sería interesante que contraste su opinión con los miles de venezolanos que vienen llegando al país para huir de un proyecto político caótico y disfuncional.

El Ecuador está mereciendo algo muy distinto a tanta demagogia y falsedad.(O)