Escribir estas líneas cuando un país se encuentra convulsionado en su orden económico, social y político, no se atina por dónde comenzar.

La corrupción campea por todas partes. Sabuesos de los dineros públicos no se conduelen del pueblo ni de la patria, para ellos estos existen en tanto algo de carne tenga la troncha.

A nombre de un sistema constitucional se hacen y reforman leyes convencionales que favorecen a beneficiarios del poder, mientras el soberano sigue marchando sobre miseria. Los que se benefician de una democracia mal entendida y aplicada no permiten que un país avance por lo menos a un ritmo social elemental.

El país necesita cambios estructurales radicales que lleguen hasta la médula del pueblo y para ello basta la voluntad inquebrantable de todos aquellos que gravitan en el entorno político y jurídico.

Esperemos que la paz y el sosiego lleguen a tiempo, es hora para reflexionar y deponer actitudes altisonantes, todavía podemos hacerlo dentro de un marco de dignidad.

Somos un pueblo que tiene todo para ser próspero, dejemos las mezquindades, trabajemos en armonía como lo hacen los países civilizados; invalidemos nuestros errores con actitudes sensatas, no seamos egoístas con el futuro de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Siempre hay tiempo para rectificar, nunca es tarde para conciliarnos entre nosotros mismos.

No esperemos que las diferencias se ahonden para pensar que tenemos un compromiso permanente con la patria.(O)

Carlos Emilio Pérez Weisson, abogado, Guayaquil