Para el uso de las cocinas de inducción se requiere inversión de tres grandes rubros: utensilios de cocina, circuitos eléctricos y costos de las redes eléctricas. El usuario asume de manera directa o indirecta, estos gastos adicionales.

Antes del uso de estas cocinas, las tablas referenciales de consumo promedio de energía para los que viven en lotizaciones de bajos recursos económicos era de 300 kWh/mes; con las cocinas de inducción el consumo promedio es 500 kWh/mes (tabla revisada por CNEL Guayas), este nuevo valor de consumo de energía aumenta los parámetros de cálculo de las redes eléctricas de media tensión, baja tensión y alumbrado público y –de manera lógica– el costo de los terrenos servidos por dichas redes, en un porcentaje de aproximadamente 54%. A este incremento de costo del solar, suman los valores de la instalación, sin contar el costo y mantenimiento de la cocina de inducción. El pueblo es inteligente y no ha respaldado el uso de este artefacto, pero en parte, el daño está hecho. Los efectos negativos del uso de las cocinas de inducción no es asunto nuevo, ya ha sido tratado por analistas en el campo técnico y económico. Escribo del tema porque en algo contribuye a la lucha contra la pobreza, puesto que estamos en un momento en que se fomenta el odio de los pobres a los ricos (esto se llama división de la clase social) y la historia de los pueblos nos enseña que el flagelo de la pobreza no se supera con un país dividido. (O)

César Augusto Calderón Suárez, ingeniero en electricidad, Guayaquil