Las elecciones son procesos cívicos en los que el pueblo exterioriza su voluntad democrática a través del voto. Lamentablemente, en nuestra América Latina los hechos que preceden y anteceden a procesos electorales dejan a nuestras naciones con más interrogantes que respuestas. Históricamente los cimientos que dieron forma a nuestras constituciones han permanecido frágiles, lo que nos ha dejado vulnerables delante de depredadores y de una manipulación de los sistemas de justicia.

La base de toda estructura organizada radica en sus leyes, principios e ideales, que deben ser únicos e irrenunciables. Sobre estos se construyen sistemas de gobiernos que deberían guiarse hacia la continua adopción de los cambios exigidos por todos los procesos de desarrollo (cambios culturales, generacionales, sociales, económicos, tecnológicos). Se puede resumir que el cambio es sinónimo de progreso, por consiguiente si las sociedades no demandan cambios a las estructuras sociopolíticas en sus países, estas no podrán emprender despegue hacia el desarrollo. Existe una frase comúnmente utilizada en todos los idiomas, que se ajusta a los países latinoamericanos: “Si no está roto, no lo arregles”. Espero que cuando América Latina se decida a enfrentar los verdaderos daños en sus estructuras, haya tiempo para arreglarlas y no recurrir al acostumbrado uso de “parches” o “curitas”. De no existir un conjunto inquebrantable de leyes que garanticen el ordenamiento jurídico y socio-político-económico de las naciones, cada individuo y entidad gobernará, legislará, dispondrá, planeará, se comportará según como sople el viento: a la izquierda, a la derecha..; o decidirá seguir la “espada de Bolívar”, el modelo “neoliberal”, las promesas de trabajo y de dar bonos, o seguirá al menos malo de los candidatos a gobernantes y que con sus administraciones pasarán a la historia. El asunto es si serán recordados como los periodos presidenciales que acabaron con décadas de gobiernos corruptos e instituyeron modelos de desarrollo dignos de ser emulados por otros continentes, o si serán recordados como otros más, llenos de oportunistas e ineptos. (O)

Pedro Lozada Bravo, Nueva York, EE. UU.