Es Cuaresma, el tiempo de preparación, de análisis, de arrepentimiento, de conversión, de buenos y nuevos propósitos antes de la Pascua de Resurrección.

Es el tiempo para avanzar en los planes y las metas espirituales, el tiempo de sumar esfuerzos; para ello debemos tener mucha fe, debemos crecer interiormente, creer y luchar por cambiar nuestro corazón y sentimientos, si es que no están bien encaminados.

Un buen examen de conciencia nos ayudará; dar otra vuelta a la página de nuestra vida porque siempre tendremos una segunda oportunidad para no volver a caer en los mismos errores.

¿Qué lograremos?

Primero, que nuestra vida sea más llevadera, sea mejor que antes, a lo mejor estábamos dominados por el yugo de las debilidades y flaquezas, las que están en nuestro interior y que a veces ni nosotros mismos las conocemos.

Luego de eso lograremos también un cambio positivo en nuestra manera de conducirnos, en nuestra manera de pensar, pues nos estaremos preparando para lograr la vida más allá de la muerte, como se nos ha prometido, si nos mantenemos en el buen camino que no es el más fácil que se nos presenta, pues todas las cosas buenas que queremos lograr siempre van a tener una cuota de sacrificio y esfuerzo, pero siempre debemos acompañarlo con fe, valor, ahínco y optimismo.

La lucha contra nosotros, contra nuestro egoísmo resulta ser la más difícil siempre.

Son 40 días (Cuaresma) que nos servirán, no los desperdiciemos.

Debemos pensar bien, sacrificarnos ahora, trabajar, no desmayar, no dejar para después este cambio que se nos ha propuesto, porque ahora debemos recapacitar.

No debemos esperar que el resto cambie, debemos dar el primer paso cada uno de nosotros, y los demás cambiarán viendo nuestro ejemplo.

Corregir nuestros errores debe ser la meta, por eso tenemos que seguir adelante, todavía estamos a tiempo, y debemos trabajar para lograr estar cerca de aquel (Dios) que nos ha prometido un mundo mejor. (O)

Elvira Gabriela Morla Larrea, abogada, Guayaquil