El costo social sobre un pensamiento y proyecto político nos ha hecho retroceder, entre otras cosas, en lo moral y en lo ético. La tesis de quitarle al que más tiene para darle al que no tiene es una tesis sectarista que la historia se ha encargado de probar su fracaso. Mantener al pobre como está y condenar al rico a ser pobre, tiene como finalidad la miseria. Sin embargo, los grandes argumentos de “éxito” de gobierno se mantienen, “tenemos carreteras”, “tenemos salud”, “tenemos escuelas”... Me pregunto, ¿de qué nos sirven las carreteras si recorremos kilómetros de división entre ecuatorianos? ¿Qué nos dejan los gigantescos hospitales con fachadas maravillosas, si la lista de espera para poder ser atendidos es eterna? ¿De qué nos sirve la comunicación pública si a lo que accedemos es a la lucha de clases? ¿Cómo tener escuelas del milenio mientras los fondos de los maestros son arrebatados? “Aplausos” por haber triunfado en su tesis de venganza; solo les recuerdo que cuando el odio, la división, la prepotencia y la sed de poder están disfrazados de carreteras o edificios, sus cimientos débiles caerán por su propio peso. Es hora de devolver obras y políticos que no solo beneficien al ciudadano, sino que devuelvan la esperanza de unión, de libertad y progreso al país. Necesitamos un cambio, urgente. (O)

Daniela Febres-Cordero Buendía, 29 años, licenciada en Ciencias Políticas; Guayaquil