En Ecuador, por cada paso adelante que dan las redes sociales, nuestro idioma da un paso atrás, no porque nuestro lenguaje lo quiera hacer, sino porque lo obligamos.

Es cada vez más común ver mensajes, propagandas, etcétera, de ecuatorianos en el país o en el extranjero con títulos como “Ecuadorian food” o “In love with this place”...; ¿por qué no usar “Comida ecuatoriana” o “Amo este lugar”? ¡Qué es lo que nos lleva a los ecuatorianos a poner a un lado el bello español y preferir una lengua más “universal”!

En mis pocos años de uso de las redes sociales, jamás vi a un extranjero de un país del primer mundo postear regularmente en español. Esa gente está orgullosa de quiénes son y del idioma que los representa. Son personas convencidas de que no necesitan usar otros idiomas para sonar mejor. Esa gente está orgullosa, propaga fuerte su lengua.

Yo no me considero débil por amar el español. Es más, agradezco infinitamente el haber nacido en un país donde dicho idioma es la lengua natal.

El pensar con una combinación de letras y palabras me llevó a poder disfrutar maravillas como Don Quijote de la Mancha o Cien años de soledad, como solo nosotros podríamos hacerlo, los latinoamericanos. A poder comunicarme con la mayoría de las personas en América Latina sin necesidad de tomar, o mezclar palabras de otro idioma. A poder decir seco de pollo, en vez de “dry chicken”.

Es hora de demostrarle al mundo que no hay lengua como el español. Que estamos orgullosos de quiénes somos y no necesitamos apropiarnos de lo que no es nuestro. Que podemos comunicarnos en nuestro idioma sin sentir que la frase quedó fea.

Es hora de parar el ridículo y decir “amo ser ecuatoriano”. (O)

Juan Pablo Castillo Varas, 27 años, ingeniero, Guayaquil