Por: Verónica Coello Moreira | veronicacoello@hotmail.com | @verocoellom
Las dificultades tienen la ventaja de expeler los verdaderos sentimientos y pensamientos de las personas. En situaciones extremas o de un alto nivel de estrés es cuando realmente se conoce al ser humano. La ciudadanía ha dado cátedra de unidad civil, sacrificio por ideales y un aguerrido espíritu para defender su voluntad, en defensa de la democracia. Winston Churchill decía: “Si estás atravesando un infierno, sigue caminando”, y es exactamente lo que los ecuatorianos están haciendo, y aliento a seguir con ese ímpetu.
Usualmente necesitamos encontrar un culpable para poder sobrellevar mejor las cosas que nos generan frustración o enojo. Es comprensible, pero no justo. Temo que la herencia que nos dejan diez años de socialismo SXXI es una reacción de odio frente a todo lo que contradiga nuestra forma de pensar, o deseos. Sin embargo, la política es apasionante, genera fanatismo y a veces adicción. Tampoco es novedad que carece de fidelidades, mucha gente forma parte de un partido, por razones lejanas a una ideología y cercanas a intereses personales, pero elogio cuando se produce un abandono (aunque sea temporal) de egos y vanidad. Celebro el sentido de solidaridad familiar que puede entregar Ecuador.
Por consiguiente, destaco el espíritu insumiso del pueblo ecuatoriano que despertó de un aparente letargo en el que estaba inmerso, desoyendo las voces de alarma que nos comparaban con un destino igual al de Venezuela y siento que esta vez todos han decidido formar parte de la historia que se está escribiendo en estos días.
Además, creo firmemente en el libre albedrío, aliento a practicarlo, y respeto las decisiones de los demás, pero nunca secundaré llorar sobre la leche derramada. El pasado no podemos cambiarlo, pero el presente está en nuestras manos, debemos tener claro que somos dueños de nuestro destino. Nadie puede decidir por nosotros. La situación política va a necesitar de una ciudadanía presente y activa, involucrada y decidida a no quedarse escondida detrás de redes sociales, haciendo el papel de politólogos, analistas o economistas de teclado, por eso invito a mantener la unidad ciudadana en beneficio del Ecuador.
Estimo que la puerta de la esperanza ha sido abierta. El cambio deseado está muy cerca. Quedó demostrado también que no será una tarea fácil y que la democracia debe sortear algunos obstáculos, pero esta vez el escenario tiene las cortinas abiertas, las cartas están sobre la mesa. Ha quedado demostrado que el pueblo tiene poder y que su voz es escuchada, así que debemos resistir. No podemos descuidarnos y debemos estar pendientes de los eventos que se irán dando a medida que los días transcurran.
Finalmente, recordemos que las palabras no sirven en ausencia de acciones. Abandonemos la queja sin propuesta, las murmuraciones sobre el trabajo del otro sin antes haber revisado el nuestro. No juzguemos, ni cuestionemos un tema sin tener una propuesta para solucionar aquello que nos parece un problema. La crítica per se no construye. Empecemos a actuar en la vida real, con la misma vehemencia que escribimos en las redes sociales, pero sobre todo luchemos para que nuestros hijos conozcan un país libre y soberano. (O)