He visto, escuchado y leído en varios medios de comunicación de todas las tendencias y por lo tanto creíbles, las expresiones del presidente Correa de que si el candidato auspiciado por su partido no gana en la próxima segunda vuelta electoral, vaticina la quiebra del país y que a muy corto plazo él tendría que volver para ser presidente.

Cuando un ciudadano alcanza la máxima dignidad de un país y resuelve liderar su porvenir, debe entender que su único objetivo tiene que ser el bienestar del pueblo que lo eligió; olvidar revanchismos, sesgos políticos; no aceptar el mal manejo público venga de donde venga; estar dispuesto a plantear los problemas nacionales y convocar a verdaderos diálogos para buscar soluciones en consenso. No logro entender cómo mi presidente, mi primer empleado, puede estar augurando que en corto plazo vamos a quebrar, ¿por qué mejor no ofrece su concurso para ayudar a su sucesor a buscar soluciones?; ¿no hemos vivido ya suficiente periodo republicano para haber madurado y hacer las cosas como manda el raciocinio lógico y no el pensamiento visceral? Tampoco concuerdo, por muy brillante que sea, con que es el único capaz de administrar un país y que a corto plazo deba ser su “salvador”.

Hago un llamado a las nuevas dignidades que durante los próximos cuatro años nos van a conducir, para que adopten posiciones que aspiramos los ecuatorianos: desde el momento en que son elegidas deben saber que su único compromiso es con nosotros, y ser verdaderos ejemplos de pulcritud, honradez y profesionalismo.

No puede ser que antes de entrar en funciones ya se piense en hacer quedar mal al vecino y se insinúe que son los únicos buenos del Ecuador. Esto es falta de respeto a quienes los elegimos.(O)

Leonardo Castillo Manrique,
Ingeniero naval, Guayaquil