Presidente, llegó la hora de decir adiós, es evidente que no le es fácil. Debe aceptar que el pueblo quiere cambio. Usted y sus asambleístas evitaron la consulta sobre la reelección indefinida porque preveían la respuesta. A que no es el alfa y el omega, el padre protector o el mesías resucitado. Es un ser humano, con sus propias limitaciones y conflictos internos a los cuales le corresponde solo a usted enfrentar, pero que no deben afectar a un país. Muchos nos cansamos de su misoginia, intolerancia y soberbia; de su “superego”, de sus exabruptos. Lástima que no pudo superar su parte humana, como dijo muchas veces, para dar lecciones invaluables, en particular a los jóvenes, respecto de cómo deben ser los nuevos líderes, estadistas tolerantes y sabios. Le toca irse, su candidato no ganó en primera vuelta como ansiaba y hemos sido testigos de uno de los procesos electorales más controversiales de nuestra historia. Ahora amenaza con volver. Procéselo, los ecuatorianos podemos arreglárnoslas sin usted. Aprenda a perder y deje de aferrarse al poder con obsesiva desesperación. Cumplió su ciclo y quedó debiendo. Irá a Bélgica, disfrutará de una vida confortable y le pagaremos un sueldo vitalicio mientras muchos no tendremos jubilación porque no habrá dinero. No es justo.

Sr. Lasso, tiene aún un duro trabajo para canalizar en votos el descontento que ha generado la década correísta. Pero recuerde, atraer “el voto útil” no le otorga nuestra confianza. He ahí su trabajo más difícil. Un reto sustancial que va más allá de la fatuidad del dinero o el poder, y es el de la integridad, la ética y responsabilidad ante la historia. No traicione su compromiso de luchar por la democracia, la libertad y el derecho a prosperar de cada ecuatoriano en un país solidario con los que menos tienen. Compromiso a grabar en piedra porque estaremos vigilantes para hacérselo cumplir. No se vuelva una autoridad de gafas y todoterreno a quienes guardaespaldas y edecanes vuelven inaccesible. Que la gente que lo rodee sea capacitada, pero a la vez tan multicolor y diversa como lo es nuestro país. Cuídese de aquellos que se suben a la tarima del triunfo tan pronto se bajan de la de los derrotados. No permita que sus desaciertos creen círculos viciosos de retorno al pasado. Recuerde por qué la gente se volcó al ahora decadente socialismo del siglo XXI y no cometa esos errores.

Pueblo, también nosotros tenemos una responsabilidad histórica. Asumamos nuestro rol de ciudadanos, miembros activos de la sociedad y no pasivos espectadores. Seamos conscientes de nuestros derechos y obligaciones para convertirnos en una sociedad organizada cuyas acciones permitan al Ecuador evolucionar y fortalecer su democracia extirpando los caudillismos. Reemplacemos intelectualismos y diatribas por la acción. Contribuyamos a sociedades más equitativas y justas. Responsabilicémonos por todos los niños ecuatorianos garantizándoles óptimas condiciones de salud, educación y protección para que se conviertan en jóvenes y adultos felices sin importar origen social. La reducción de desigualdades es la principal vía de reducción de violencia. Exijamos a los gobiernos cumplir su parte, pero nosotros también comprometámonos a cumplir la nuestra.

(O)