Se desactivó una crisis de proporciones cuando el presidente Correa accedió a que haya segunda vuelta. El día anterior había conminado a quien designó como presidente del CNE a rever el resultado electoral con miras a que Lenín Moreno sea declarado presidente electo.

Quizá fue alguna advertencia de países amigos (ciertamente no Venezuela) que desconocerían al presidente electo bajo estas circunstancias. Alternativamente, algunos observadores estiman que el círculo presidencial concluyó que el rechazo popular habría convertido a Lasso en descomunal líder de la oposición unificada.

Tras la estrategia descartada, de evitar la segunda vuelta, estaría el temor oficial de que Moreno la perdería. Es la mejor manera de explicar que el presidente ya esté especulando de su retorno en 2018 en muerte cruzada.

No es obvio que Moreno pierda. Cierto es, la mayoría del electorado de la oposición votará por Lasso. Pero para ganar, a Moreno le basta captar un tercio de los votos de los electores que sufragaron por los candidatos que no calificaron al balotaje. Lasso necesita el 68%.

Lo primero que tienen que lograr los finalistas es que los candidatos y partidos que no calificaron a la segunda vuelta los apoyen, preferentemente de manera activa, ya que los líderes no pueden endosar el voto de sus seguidores.

Moreno ya empezó con el candidato más afín, Iván Espinel, exfuncionario de este Gobierno y primo hermano del secretario de la administración. Espinel hizo gran campaña, alcanzó 3,2% a pesar de ser políticamente desconocido; le habría restado a Lasso votos de jóvenes independientes. Justamente ese habría sido el objetivo de su candidatura.

Acto seguido, Moreno deberá hablar con ciertos dirigentes de la campaña de Moncayo, quienes fueran parte del círculo de Moreno e integrantes del Gobierno en su etapa inicial, hoy distanciados. Entre estos se destaca Gustavo Larrea.

Lasso ya consiguió el claro apoyo de Dalo Bucaram. Moncayo rehúsa apoyar a uno u otro, pero Andrés Páez debe bregar por sumar a la Izquierda Democrática, partido que presidió, y que consiguió 3,9% del voto para asambleístas nacionales.

Lo más rentable para Lasso es invertir tiempo y esfuerzo en el PSC. Cynthia Viteri y Jaime Nebot han indicado que votarán por Lasso. Pero el alcalde advierte que su apoyo no basta, que es necesario convencer a su electorado. Recordemos que mientras en Guayaquil Nebot ganó la Alcaldía, en las presidenciales ganó Correa, lo que implica que comparten electorado a pesar de sus enormes diferencias.

Le corresponde a Lasso y su equipo cortejar al votante socialcristiano. No es necesario hacerlo con el alcalde, que ya definió esta como una contienda por la democracia.

Si el voto por Cynthia se repartiese 85% para Lasso y 15% para Moreno, habría un empate en 42%, sin contar el voto por los otros cinco candidatos.

Antes, hay otra pelea: la Asamblea. Los partidos de la oposición no estuvieron preparados para las papeletas marcadas, que les habrían costado algunas curules, y a Lasso por poco la segunda vuelta.

El presidente Correa cuenta con el control de la Asamblea para arrinconar a Lasso, motivar la muerte cruzada y con un resultado favorable retornar a la jefatura de Estado. (O)