Desde Santiago de Chile permítanme felicitar y agradecer a los amigos ecuatorianos. Viví con mi esposa dos años en Quito, hermosa ciudad donde gracias a Dios y a la atención de un brillante médico nació nuestra hija; ya casi tiene 5 años. Lo anterior y una estrecha historia común de ambos países son los fuertes sentimientos que me animan a escribir estas líneas.

Felicitarlos, porque democráticamente a pesar de todas las dificultades, un gran porcentaje de ecuatorianos nos ha dado a estos orgullosos tozudos y mal hablados chilenos un ejemplo de educación y compromiso cívico. Digo mal hablados porque en estos días hemos sido víctimas de un festival internacional de la canción, donde humoristas chilenos han hecho gala del más vulgar, humillante y triste lenguaje; todo ello para ganarse la aceptación de una alcaldesa y un jurado, la complicidad de los animadores y el aplauso de una gran mayoría del público, al más claro estilo de un circo de la decadente Roma de Julio César. Así está Chile, amigos, mientras ustedes con un amplio uso del vocabulario español son capaces de expresarse en forma pulcra, decente y educada.

Pero regresemos a las elecciones. Nuevamente mis felicitaciones. En estas elecciones generales recién celebradas el 19 de febrero, lograron que más de 10 millones de ecuatorianos fueran a votar. Nosotros, en las elecciones municipales del 2016, solo fuimos 4,8 millones. En resumen, ustedes tuvieron un poco más del 18% de abstención. ¡Nosotros un 65%! También como exsoldado felicito a sus Fuerzas Armadas, que manteniendo la cordura y el respeto a la Constitución durante el proceso eleccionario, a través de su consejo de generales exigieron un ágil y transparente escrutinio electoral. Conozco muy de cerca el sitial de respeto en que le tiene la ciudadanía, no solo por su heroica historia militar que se remonta hasta los años de la Independencia de Ecuador, sino también por los conflictos del Cenepa en 1995, de “falso Paquisha en 1981” y la “guerra de 1941”. También, por algo más cercano, la contribución a la paz en la Compañía de Ingenieros Chileno- Ecuatoriana de Construcción Horizontal, que por 10 años desarrolló labores de ayuda humanitaria en Haití. Pocos saben de nuestra historia común, la de Chile y Ecuador, y de lo poco que hemos aprendido de ustedes. Los chilenos somos muy buenos para “mirarnos el ombligo” y ustedes estando en la mitad del mundo, no suelen vanagloriarse por sus logros, ustedes respetan a sus soldados; acá, dejamos que los insulten gratuitamente en una especie de bullying masivo. El ciudadano ecuatoriano sabe muy bien que sus soldados son el capital humano más preciado que puede tener una institución armada. Es el hombre o la mujer que voluntaria –también obligadamente– cumple su servicio con la patria. Detrás de ellos hay familias y una historia de honor sellada en un juramento de dar la vida, incluso, por aquel que lo insulte, menoscabe o desprecie. Siempre estará ahí, tendiendo una mano de ayuda y consuelo en los momentos de catástrofe, temor, angustia, conflicto o guerra. Felicitaciones, amigos ecuatorianos. Soy un convencido de que ustedes nunca permitirían eso y, menos, que las autoridades civiles, responsables finalmente de cuidar a sus soldados, aprueben estos cobardes ataques con su silencio.

Felicitaciones también por el resultado en estas últimas elecciones, demuestran un verdadero interés por dejar de ser los aliados de los regímenes dictatoriales. Suerte que aún tienen un presidente que les permite elegir, a diferencia de Venezuela y Cuba. Que no los asusten con eso de que el presidente Rafael Correa podría ir a la reelección, no se arriesgará a una derrotada; mejor que se vaya tranquilito a Bélgica, como un ganador. La alternancia en el poder es una de las mejores herramientas de la democracia. Él ya hizo mucho por Ecuador. Lo de las leyes sociales y los derechos de los trabajadores, considero que fue su mayor logro. Ahora hay que darle la oportunidad a otro. Un abrazo, amigos, suerte en abril, y Dios quiera que los 9 millones de desencantados que tenemos en Chile acudan este año a las urnas, a ver si alguna vez aprendemos de los ecuatorianos, nuestros hermanos de siempre. (O)

Christian Slater Escanilla, coronel (r), magíster en Inteligencia y Planificación Estratégica; Santiago de Chile