En serio. Los premios Óscar son el domingo. Pero qué semana más complicada ha sido esta. Es muy difícil hablar de cine considerando los hechos. Por lo cual intentaré referirme a los mismos, sin olvidar los premios de la Academia. Qué vasta coincidencia, qué contraste en otros casos.

Curiosa ha sido la similitud de la obra de Villeneuve (Arrival) con nuestro presidente del CNE. La protagonista principal, una profesora experta en lingüística, viva gracias a la formidable actuación de Amy Adams, se enfrenta a la no corta tarea de encontrar o descifrar el lenguaje de los alienígenas. Con ello entender si estos estaban en la tierra por turismo, en paz o buscando la guerra (en fin, un comodín de Hollywood). Y les decía, muy curioso. Esta semana al oír las múltiples cadenas en defensa del “modernísimo” sistema de conteo de votos, descubrí que escuchar al señor Pozo era lo más similar al papel de Adams en la película. Llegué a valorar más seriamente su actuación, y nuevamente aplaudir la imaginación de Ted Chiang, escritor de la novela que inspira la película. Luego de una semana diciendo que la tendencia era irreversible, ya empezaba a dudar si eso era igual a decir que habría segunda vuelta, y es que, claro, siendo prácticamente sinónimos… Sin duda, una interesante nominación (esperamos que los críticos de la Academia terminen de contar los votos).

Hell or High Water, el western del año, trata de dos miembros de AP, que hipotéticamente siguen en el poder, perdón, digo de dos jóvenes que roban bancos porque ya no hay dónde más robar. La película fue rodada en el desértico y solitario territorio de Texas; fabulosa fotografía de Giles Nuttgens. Los protagonistas son dos hermanos que se dedican a asaltar los bancos “de los mismos de siempre”, en este caso el Texas Midlands Bank. Un punto a favor de la película y del guionista (Taylor Sheridan) es la contraposición moral de ambos hermanos. Uno roba para de repente ser “nuevo rico” y vivir en excesos, algo que la película muestra con las apuestas estratosféricas de Tanner al momento de jugar póker. El otro hermano, en cambio, es el que se cuestiona si las coimas son merecidas, perdón, nuevamente me confundí, decía que se cuestiona si su función al robar es la de despilfarrar o la más noble de al menos “redistribuir la riqueza” de los demás. En concreto, Toby entregaba su dinero robado a su pobre familia para que invirtiera. Otra nominada. Un momento interesante de la película es cuando vemos al viejo policía (Jeff Bridges) reflexionar sobre las pistas. Aunque, claro, en nuestro país sería lento si lo comparamos al veloz trabajo y perspicaz sabiduría de nuestro fiscal en Odebrecht.

Finalmente, otra nominada, y la que seguro ganará el Óscar: La La Land. Qué musical, qué baile, qué tarima la de Lenín; digo, la de Gosling y Stone. El musical de Chazelle nos lleva por los aires, ilusionándonos con que la revolución avanza. Pero como no todo en la vida se puede alcanzar, nos quedamos con el triste final: se terminó el amor, y la música de Lenín se apagó. (O)