Creada el 2014 en Brasilia, la Red Eclesial Panamazónica (Repam) ha sido motivo de mis artículos publicados el 1 de marzo de 2015, ‘¿Buena iniciativa amazónica?’, y el 8 de junio del 2016, ‘¿Red eclesial amazónica? II’.

Hoy regreso sobre el tema porque en la edición de enero-febrero de la revista Sinfronteras, que publican los misioneros combonianos, se nos ha proporcionado importante información sobre los avances de la misión pastoral católica, fundamentalmente en beneficio de los nativos y habitantes de la Amazonía, que me parece importante compartir con usted.

El objetivo fundamental de Repam es promover la custodia responsable y sostenible de toda la región Amazónica, incluyendo la promoción del bien integral, de los derechos humanos, de la evangelización y del desarrollo cultural, social y económico de los pueblos que la habitan, especialmente las poblaciones indígenas.

El editorial que transcribo afirma: Las vidas de más de 30 millones de personas pertenecientes a las comunidades nativas de la región se encuentran en serio peligro debido a la acción destructora de los proponentes de un “desarrollo” descontrolado que busca alimentarse de los recursos naturales de la Amazonía.

La devastación de esta inmensa región selvática constituye también un peligro para los demás habitantes del planeta; no por nada la zona está considerada como “el pulmón del mundo”.

Los pueblos indígenas de la Amazonía conservan una espiritualidad de profunda comunión con la “Hermana Madre Tierra”.

Ellos, en diálogo y colaboración con la Iglesia latinoamericana, por intermedio de Repam, están recobrando aspectos un tanto olvidados de la tradición cristiana, que les devuelve el sentido de la comunión con todo lo creado y mueve a la protección del ambiente como una exigencia de la fe que se profesa.

La publicación nos informa que el último encuentro de la Repam se realizó en Puyo, en octubre último, y que, además de los agentes de pastoral de nuestro país, concurrieron 143 delegados de los pueblos y organizaciones indígenas, quienes expresaron su deseo de una Iglesia que los acompañe en su caminar diario y participe en la defensa de la naturaleza y que no tenga miedo de adoptar un “rostro amazónico”, reconociendo la riqueza cultural de los habitantes nativos de la región y promocionando su participación en las estructuras eclesiales.

Continúa el editorial: Los esfuerzos de la Repam por dar a los pueblos amazónicos el protagonismo de su propia historia, tanto en la sociedad como dentro de la misma comunidad eclesial, pueden servir de inspiración al resto de la Iglesia del continente americano.

Son todavía muchos los lugares en que los pueblos indígenas del continente se sienten excluidos y poco valorados dentro de la Iglesia que no ha sabido reconocer su riqueza cultural y espiritual.

Tampoco han sentido el apoyo eclesial frente a quienes amenazan sus modos de vida y pretenden expropiarles sus territorios.

Concluye: Una Iglesia con una presencia cercana a los distintos pueblos del continente sería una “Buena noticia”.

¿Usted está de acuerdo? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)