El Ecuador está en una encrucijada porque debe resolver temas de corto y de largo plazo.

¿Corto plazo?

Primero, la situación económica que, no nos engañemos, no llega de ninguna manera buena para el próximo Gobierno. Hay una acumulación de problemas que juntos generan un entorno muy complejo. Hay toda la temática alrededor del Gobierno: enorme gasto público con grandes ineficiencias y muchos gastos simplemente inútiles, déficit muy elevado que genera una equivalente necesidad de financiamiento, a la cual se suman los vencimientos de deudas anteriores que vienen galopando con costos muy altos (el que deudas recientes venzan a partir del 2020 solo es un ligero alivio y en el fondo un disimulo, porque igual hay que guardar esos fondos para no sorprendernos). Hay el problema en el sector productivo: freno recesivo de la actividad económica, un sistema laboral muy costoso y complejo, y la inversión privada que está 3 puntos por debajo del pasado pero, aun peor, cerca de 10 puntos por debajo de lo que debería estar. Y finalmente, el encarecimiento de la economía, que tiene que ver ciertamente con la devaluación de otras monedas frente al dólar, pero también con la inflación interna acumulada en estos años, con las salvaguardias, con tantas cargas a las que se somete la economía.

Segundo, todo el entorno institucional empezando por la mente de la gente que se ha distorsionado en estos años de fiesta. Y todo el problema de un sistema político aún peor que en el pasado, y el acaparamiento de los poderes por parte de Alianza PAIS: jueces, autoridades de control, etc.

¿Largo plazo?

Primero, ¿estamos preparándonos para este cambio en que el mundo ha entrado como en sus mejores épocas de innovación? El Estado sigue siendo nuestro eje de acción, desgraciadamente, cuando vamos caminando hacia novedades radicales: monedas virtuales como el bitcoin –que dejan de lado el rol de los bancos centrales–, sistema de intercambio político entre la gente que supera las viejas estructuras de poder que requieren otro tipo de procesamiento para actuar, redes sociales que se activan para resolver problemas que las viejas estructuras paquidérmicas apenas están identificando cuando la gente ya está actuando.

Segundo, cambios radicales en todas las industrias. ¿Los bancos seguirán siendo lo que han sido? Estructuras centralizadas y lentas siempre lejos del siguiente paso de los usuarios. La gente quiere usar sus recursos, financiarse, asociarse de maneras muy distintas. ¿La medicina? ¿La educación? Estamos exactamente en el camino contrario cuando pretendemos, por ejemplo, que desde la Senescyt u otros se maneje el sistema universitario en cada paso que da. ¿Los medios de comunicación? En el Ecuador los atacan porque tienen mucho poder cuando el poder cada vez se mueve más hacia la gente, organizada o no. ¿Innovación? Creemos, tan erradamente, que una institución inventada, creada y manejada desde un escritorio, como Yachay, es la solución correcta.

Más allá de ciertas obras útiles, no hay duda de que hemos caminado en el sentido exactamente contrario a donde va el mundo. ¡Y así creemos que estos diez años han sido exitosos! (O)