La más eficaz inversión para superar la pobreza y mejorar la calidad de vida de la comunidad es la inversión en las mujeres. Esto en concreto se traduce en mejorar sus oportunidades de supervivencia mediante más educación, trabajo digno y salud. El efecto es multiplicador en la sociedad, puesto que la mejora en la vida de ella se traduce en más bienestar de su familia y por tanto de su comunidad. ¿Qué se propone desde hace más de tres décadas en cualquier programa elemental de desarrollo? Dar atención adecuada de salud por medio de apropiado cuidado de embarazo y parto en centros de salud regularizados, proveer atención de emergencia para disminuir las muertes maternas, atención prioritaria a infantes y niños, educación hacia la sexualidad desde temprana edad con posterior acceso a métodos anticonceptivos para disminuir embarazos indeseados, embarazos adolescentes. Legalización del aborto para disminuir enfermedades y muertes. Todo lo anterior deberá mostrarse no en discursos sino en hechos que evidencian la decisión de formar a la sociedad en una cultura sin violencia ni machismo, respetando y promoviendo los derechos humanos de todos.

En la realidad nacional esto no pasa. No ha existido ningún proyecto político partidario capaz de poner esta forma de desarrollo como prioridad de Estado, todos los que nos han gobernado tienen números inaceptables en lo relacionado a salud de infantes y mujeres, que además se traducen en niveles brutales de violencia contra ellas y los niños.

Desde el inicio del siglo las muertes maternas son de las más altas de América con casi ningún cambio en 15 años, por ello la meta que Ecuador propuso para el 2015 no solo que no se cumplió, sino que está tres veces por encima del nivel propuesto.

Al iniciar este milenio, Ecuador tenía una tasa de mortalidad de 4,6 personas por cada mil habitantes. En el 2010 esto apenas bajó a 4,3. Desde el año 2000 la tasa de mortalidad infantil baja aproximadamente 1 punto cada año, así llegamos a donde está hoy: casi el doble de la tasa de Uruguay y Chile. Esas mejoras precarias en 15 años son impresentables si consideramos los amplios recursos económicos invertidos en el mismo período, mostrando que se necesita mucho más que dinero para hacer cambios de fondo. Sin duda, la peor estadística es la que se refiere a la tasa de mortalidad materna. Desde el inicio del siglo las muertes maternas son de las más altas de América con casi ningún cambio en 15 años, por ello la meta que Ecuador propuso para el 2015 no solo que no se cumplió, sino que está tres veces por encima del nivel propuesto.

Los datos de embarazos infantiles, de aquellas niñas menores de 15 años, muestran el aumento inverosímil de casi el 15%. El embarazo adolescente es solo superado por Venezuela, aunque tenemos el deshonroso primer lugar en jóvenes menores de 19 años que tienen más de un embarazo, revelando la absoluta incapacidad del Estado de dar acceso a métodos anticonceptivos en el país. A la par están los abortos, que por ser penalizados con cárcel, son cada día más clandestinos y peligrosos, poniendo en la oscuridad del abandono a las mujeres ecuatorianas.

La violencia, que llegó a asesinar 20 mujeres en este enero, se asocia con el maltrato que solo en el sistema de justicia llega a ocupar el 20% de la carga penal del Ecuador. ¿Cuánto cuesta este maltrato en salud y violencia? (O)