En cuatro días más, las personas que constamos en los padrones electorales, ecuatorianos y extranjeros autorizados por la ley, estamos convocados a expresar, mediante sufragio universal y secreto, nuestras preferencias por los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República y también a la Asamblea Nacional.

Menuda responsabilidad que no debemos esquivar, sino afrontar con patriotismo, aquella virtud que muchas veces exigimos que tengan las demás personas, pero que no la practicamos como deberíamos.

¿Le consta a usted que hay quienes se muestran muy interesados en la campaña electoral y durante el periodo previo a las elecciones dicen y discuten las virtudes y defectos de quienes se han postulado para ejercer cargos públicos, así como analizan, aceptan o repudian sus planes de trabajo, pero que el día de las elecciones brillan por su ausencia y no se acercan a sufragar, pues encuentran en su mente una o varias razones para excusarse de ir a tan importante cita, no obstante que el voto es obligatorio para ellos?

¿Somos ciudadanos que cumplimos nuestros deberes cívicos y políticos o solamente exigimos que los demás los cumplan?

¿Tenemos la misma fuerza y dureza que empleamos para analizar y criticar la conducta de los demás para hacer lo propio con la nuestra y así marcarnos derroteros de superación cívica y moral?

Es común oír yo no soy como los demás, pero ¿realmente somos diferentes o aparentamos serlo?

El tiempo de analizar cívica y moralmente a los candidatos, su hoja de vida, sus realizaciones personales en el campo público y privado, así como los planes de trabajo que ofrecen, concluye en breve y, por tanto, nos veremos el domingo, en la mesa de votación, ante las autoridades y los delegados de los partidos y movimientos políticos, listos para ejercer uno de nuestros más importantes derechos políticos, previsto en el artículo 61 de la Constitución, que le sugiero leer, porque a veces los olvidamos y por eso no los ejercemos.

Entre ellos se encuentran tres que, generalmente, omitimos poner en práctica: presentar proyectos de iniciativa popular normativa, como leyes u ordenanzas, fiscalizar los actos del poder público y revocar el mandato.

Así que tenemos que reflexionar: ¿nos autoexcluiremos, en esta ocasión de las elecciones de quienes presidirán la Función Ejecutiva y los que integrarán la Función Legislativa? ¿Acaso eso no es perder antes de entrar a la competencia y darnos por vencidos, arrojando el guante, sin derecho a patalear?

¿No le aparece esa actitud una inconsecuencia con el deber cívico y patriótico que compromete a una persona de bien?

¿Es tiempo de no permitir que la conciencia sea perturbada, por uno mismo o por otras personas, para inducirnos a la omisión del compromiso patriótico que significa votar en las elecciones?

Salgamos por los fueros de nuestra dignidad personal y cumplamos con nuestra obligación de votar el próximo domingo, como ciudadanos comprometidos con la patria, que actuamos según los dictados de nuestra recta conciencia.

¿Concuerda con los planteamientos y argumentaciones? ¿Está listo? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)