Marrullero, según el diccionario de la RAE: “Que aparenta amabilidad, buena intención o debilidad para beneficiarse de algo o conseguir cierta cosa”.

Tenemos buenos ejemplos de consultas al pueblo; en Chile, la convocatoria a plebiscito por parte del general Augusto Pinochet, quien había llegado al poder a través de un cruento golpe militar, en 1973. Pinochet pretendió legitimar su continuación en el poder mediante una consulta popular; sin duda, el Gobierno tenía completamente asegurado el triunfo; el uso de toda la logística del Estado, la propaganda incesante, las autoridades de todos los niveles en campaña por el Sí, por lo tanto no había el menor resquicio de un revés. Quienes estaban por el No, es decir, en contra de la continuación del régimen de facto, era una amalgama de partidos, movimientos de todo tipo, con ideologías diferentes, era difícil que se pusieran de acuerdo. Se sumaban dos factores importantes: la falta de recursos y el miedo a las represalias. El plebiscito de 1988 ganó el No y marcó el inicio del fin del gobierno de Pinochet.

El “No a León”, en nuestro país, en 1986 el presidente León Febres-Cordero convocó a consulta para preguntar a la ciudadanía “si cualquier persona, sin estar afiliada a ningún partido político, podría ser candidato y participar en elecciones”. León estaba totalmente seguro de que la pregunta iba a tener la aprobación del electorado. La oposición liderada por el expresidente Osvaldo Hurtado, adversario acérrimo de Febres-Cordero, consideró que había que rechazar la pregunta porque detrás había la intención del Gobierno de utilizar el resultado como apoyo a su gestión.

La campaña de rechazo al gobierno socialcristiano, liderada por Hurtado, tuvo eco en la ciudadanía y el No ganó en forma contundente, sin duda que este resultado reflejó el descontento popular y significó una censura para el gobierno de Febres-Cordero.

En estos tiempos hemos tenido resultados contrarios a los que se esperaban en varias consultas:

En el Reino Unido, el primer ministro David Cameron, con la seguridad de que iba a tener un éxito rotundo, convocó a una consulta sobre la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea. Los ciudadanos consultados tenían dos opciones: brexit, salida, y bremain, permanencia. Contra todos los pronósticos ganó el brexit y Cameron tuvo que renunciar.

En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, después de cuatro años de fatigosas conversaciones con los cabecillas del grupo subversivo de las FARC llegó a un acuerdo de paz. Santos convocó a un plebiscito para que los colombianos ratificaran el acuerdo. Días antes de la votación, las encuestas le daban un amplio triunfo al Sí, tan seguro estaba Santos que una semana antes de la firma, en una ceremonia que contó con la presencia del secretario general de la ONU y quince mandatarios, se firmó el acuerdo de paz.

El resultado del plebiscito fue un apretado e inesperado triunfo del No, una frase reflejaba este resultado: “La paz sí, pero no así”.

En nuestro país, el presidente Rafael Correa convocó a una consulta que se realizará conjuntamente con las elecciones del 19 de febrero de 2017. La pregunta, como era de esperarse, fue aprobada por la Corte Constitucional y es la siguiente: “¿Está usted de acuerdo en que para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?”.

Esta consulta, según los entendidos, pudo ser resuelta mediante una ley; pero Correa, como sujeto político, podría intervenir en la campaña, es decir, otras son sus intenciones. Por lo tanto, frente a esta pregunta marrullera, los ciudadanos no solo que le van a decir No a la corrupción, al abuso y a la prepotencia, sino que con seguridad van a rememorar el “No a León” y convertirla en “No a Correa”. (O)