Organismos no gubernamentales de gran prestancia en el análisis objetivo de temas ambientalistas hacen frecuentes llamados para que periodistas y columnistas, que hacen opinión en medios de prensa, escritos, televisivos o radiales, se pronuncien sobre la relevancia del cambio climático, de los mecanismos recomendados para mitigarlo, de la necesidad de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y las posiciones que la sociedad debe asumir para adaptarse a sus efectos, incluyendo investigaciones hacia la obtención de plantas y crianzas ganaderas, que los resistan, para preservar la existencia de los seres vivos, no solo de los actuales, sino los que poblarán el planeta en el futuro.

Corrientes internacionales de opinión pública han hecho declaraciones de fe, de no cesar en comunicar a la población las consecuencias fatales que acarrearía el calentamiento ascendente de la Tierra, aun así no se perciben señales concretas que hagan presumir reducción de las emisiones de gases tóxicos, provocadas por el hombre en su desbordado afán consumista. Felizmente, los encuentros de los líderes mundiales culminaron con la adopción del Acuerdo de París sobre cambio climático, en noviembre del 2015, para más tarde, en la reunión de Marrakech o COP22, aprobar resoluciones para su práctica ejecución. Paralelamente, hay que reconocerlo, subsisten pareceres respetables, aunque minoritarios, que desconocen la existencia del fenómeno, que se niegan a aceptar su origen en el empleo de combustibles fósiles para la creación de energía, para distintos menesteres de comodidad y consumo.

Ahora se afirma con certeza que las temperaturas de la superficie terrestre, en el 2016, fueron las más cálidas desde 1880, cuando se iniciaron los registros, hecho confirmado según análisis separado de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), marcando un nuevo récord a nivel mundial, equivalente a 0,99 grados centígrados más caluroso que el promedio observado a lo largo del siglo XX. Idéntica apreciación tiene la Organización Meteorológica Mundial, de la ONU, respecto de los océanos, con 0,16 grados superiores a los años precedentes, cuya manifestación visible será el inicio de la destrucción de los arrecifes de coral. Como si fuera poco, la acumulación de dióxido de carbono atmosférico y otros efluvios dañinos tuvo también su máxima expresión anual en el 2016.

Se ha avanzado mucho en cuanto a los espacios que asignan los medios periodísticos a estos temas, pues será necesario, para dar sustentabilidad a esta preocupación, fomentar permanentemente la conciencia ciudadana hacia la profundización y estudio de las causas, el impacto y las medidas, para reducir los estragos del cambio climático, existiendo muchas posibilidades de capacitación gratuita, a través de organismos de mucha credibilidad, como el Banco Mundial, que mantiene un seminario en línea, sin costo, que otorga bases robustas de preparación a periodistas, columnistas e interesados en general, con sugerencias para transmitir eficazmente los argumentos a la colectividad.

Sumaremos esfuerzos a ese humanitario afán mundial, con el apoyo de nuestros editores, continuaremos desarrollando el inagotable tópico del cambio climático, con énfasis en la adaptación de las siembras a su duro embate, que de no superarse pondría en peligro la seguridad alimentaria, agudizando el hambre y la pobreza, nacional y mundial. (O)

Ahora se afirma con certeza que las temperaturas de la superficie terrestre, en el 2016, fueron las más cálidas desde 1880, cuando se iniciaron los registros, hecho confirmado según análisis separado de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), marcando un nuevo récord a nivel mundial, equivalente a 0,99 grados centígrados más caluroso que el promedio observado a lo largo del siglo XX.