Los obispos titulan ‘Convocados a caminar juntos’ el documento con el que invitan a participar con el voto en la marcha del país.

Caminar juntos significa caminar hacia un objetivo común. Significa escoger juntos el punto de llegada. Significa ponerse y estar de acuerdo en el sendero por recorrer. Significa compartir alegrías, esfuerzos y esperanzas. (Información –libertad creadora–, responsabilidad, solidaridad).

El ciudadano ha de descubrir en lo posible la actitud respetuosa o ensimismada del político. No hay monopolio de la verdad y del bien. No hay “mi verdad”. Hay partes de la verdad, que necesitan complementar su brillo en la conjunción con las otras partes de verdad. Sería falta de civismo el negarse a reflexionar por quiénes votar.

Los partidos son respetables, pues reconocen con su mismo nombre (partido) que deben encontrarse con la otra u otras partes de toda la realidad. Pierden su identidad y se convierten en banda, en la medida en que pretenden imponer a toda la sociedad su parte de verdad y de bien.

En los dos compartimentos de una alforja no deben faltar: 1) los elementos visibles y tangibles, como el alimento, el techo y el empleo. 2) Tampoco deben faltar la verdad, la libertad, la creatividad, la lealtad, la responsabilidad frente a la escogencia del sendero y del punto de llegada, la solidaridad en los esfuerzos en la siembra y en los gozos de la cosecha. Como la raíz, no se ven, pero sin esos valores los otros –pan, techo y empleo– pierden consistencia.

Los ciudadanos hemos de escoger a gobernantes cuidadosos de la maduración de la sociedad, para que en ella los ciudadanos puedan acrecer y manifestar sus valores o potencialidades; en concreto, su libertad creadora, su responsabilidad en la siembra y su solidaridad en la cosecha.

Señalo algunas expresiones degradantes del voto ciudadano: “Vota todo Sí” “Raya todo Sí”. Ofrecer “el oro y el moro”. Algunos políticos suponen que los ciudadanos son ovejas de redil; algunos ciudadanos actúan como tales.

Algunos candidatos coartan la libertad de votantes, especialmente pobres con ofrecimientos, con amenazas, con regalos. Reciban regalos y ofrecimientos: el voto es secreto. Voten libremente.

El infantilismo social tiene diversas expresiones: Una, en los ciudadanos, que esperan todo de “papá Estado”. El infantilismo no es responsable ni creativo. Otra, en los gobernantes, quienes también para conservar el poder atrofian la personalidad de los ciudadanos, atreviéndose a decidir por ellos, escudándose en leyes y normas creadas, según su libreto. Los ciudadanos que han descubierto su dignidad en la hondura rechazan con su voto el infantilismo.

Los obispos recuerdan esa vieja y siempre nueva enseñanza, que Pío XI bebió en la enseñanza personalizadora de Cristo: Respetar lo que la persona puede hacer por sí misma; no suplantar, sino ayudar a la sociedad pequeña a hacer lo que está a su alcance. ¿Por qué? Porque la persona se realiza, actuando, creando. Esta verdad irrita a los que ponen la persona al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio de la persona. (O)