Con motivo de nuestro artículo anterior, referente a las peripecias agrícolas, mencioné el caso de una enfermedad que produjo serios daños a la producción de maíz duro, en campañas pasadas. Ahora debo profundizarlo en atención a gentiles pedidos de profesionales y empresarios, justamente alarmados por lo dicho. Efectivamente, una publicación en la Revista Europea de Patología Vegetal, de noviembre de 2016, volumen 146, número 3, recoge un resumen del trabajo biotecnológico de tres investigadores ecuatorianos, que llegó a la conclusión de la presencia en Ecuador de la necrosis foliar (MLN), producto de la coaligada infección de dos virus, el moteado clorótico del maíz (MCMV) y el mosaico de la caña de azúcar (SCMV), cuya eclosión “por primera vez en Sud América” ha puesto en jaque a toda la producción del continente.
Es tan grave que ha devastado cultivos en Kenia y otras naciones africanas, obligando a la sustitución de cultivos, impactando la seguridad alimentaria, donde el maíz es fundamental por sí solo o como centro de una cadena alimenticia, que afecta la próspera industria avícola, proveedora económica de proteína animal. En Ecuador se siembran 420.000 hectáreas (INEC 2015), siendo las provincias de Los Ríos, Manabí y Guayas las de mayor peso productivo, subsistencia de miles de familias campesinas, de la industria y comercio alimentario, cuyo eje es la gramínea. En ciertos cantones de Los Ríos se habla ya de reemplazo con otro tipo de siembra.
El mismo aporte científico puntualiza que la forma probable como se difundió en Ecuador fue a través de semillas híbridas importadas, pues esos dos virus asociados (MLN) no existían en el medio, sumándose la falta de rotación adecuada y la presencia de insectos, que actúan como transmisores efectivos del mal. No se tiene en el horizonte científico inmediato la obtención de líneas resistentes, requiriéndose con urgencia acciones coordinadas de eliminación de vectores y prácticas agrícolas de rotación técnica, control integrado, dentro de un gran proyecto nacional de erradicación
Informes internos del Magap confirmaron la existencia del flagelo, luego de un diagnóstico efectuado en las tres provincias señaladas, producto de verificación en 2.225 predios de pequeños agricultores, supuestamente favorecidos con la entrega subsidiada de kits estatales de insumos, que incluyeron semillas híbridas contaminadas con el mal, llegando a establecer una valoración equivalente al “13,1% de incidencia y severidad”, francamente alarmante, que determinó rendimientos exiguos, con pérdidas inmensas para la economía de maiceros, algunos en situación de quiebra. Esto dio al traste con los afanes de autoabastecimiento, no se diga de la ilusión exportadora, en que Perú asomaba como un cliente obvio, pues el año anterior importó tres millones de toneladas métricas, equivalentes a 580 millones de dólares.
Se deben tomar acciones concretas, aplicando un plan de exterminio nacional, con la participación de todos los actores de la cadena maicera, que preserve una riqueza extraordinaria, en lo económico y social, ahora en serio peligro. Será necesario mayor cuidado y prolijidad en los controles estatales de ingreso de materiales de siembra, portadores de males agrícolas extraños a nuestro medio, que al final de la tragedia solo deja campesinos en ruina, sin esperanza alguna de resarcimiento. (O)