Mañana es la toma de posesión de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Llegará el día tan esperado por unos cuantos y temido por otros muchos. Existía una leve esperanza de que el empresario cambie su forma de hacer política, pero eso no ha ocurrido. Intimidaciones, burlas y desprecio hacia personas y gobiernos es lo más común en sus intervenciones, fallando en medir las repercusiones de estas.

Recientemente volvió a demostrar su desprecio a la libertad de prensa cuando le dijo a un periodista que no podía preguntar nada, ya que solo publicaba noticias falsas. Así también, ha reafirmado la construcción del muro en la frontera con México y la derogación del programa de salud hecho por Obama. Sigue negando su relación con el presidente ruso Putin y asegura la implementación de políticas proteccionistas del mercado interno. La opinión de expertos internacionales sobre los planes de Trump coincide: Estados Unidos puede vivir una pesadilla política, económica y social.

En tanto, resulta curioso que los norteamericanos dejan lo que empezó como un sueño, la presidencia de Obama. Con sus logros y fracasos ha sido importante para todos. Se superó una gran recesión económica, se mejoraron las relaciones con Cuba e Irán y se crearon millones de empleos.

A pesar de los errores o problemas que no se superaron, Obama brindó estabilidad por ocho años, en los cuales comprendió y actuó correctamente frente al turbulento panorama internacional. Podría afirmar que los estadounidenses sentían tranquilidad y confianza en las decisiones de su presidente. Ahora, con Trump a la cabeza, la incertidumbre invade y reina en los aspectos sociales, políticos, militares, migratorios y económicos.

Trump no obtuvo más votos que la candidata demócrata, pero las características del sistema electoral lo convierten en presidente. Dicho esto, y sumado a los cambios que se vienen para los norteamericanos, ¿es entendible y aceptable que una sociedad pase de una situación medianamente buena a otra distinta que teme y desconoce?

Para nuestra suerte, los ecuatorianos estamos del otro lado de la moneda y contamos con tiempo y herramientas para decidir nuestro futuro cercano.

Vivimos una triste realidad. Militantes o no del partido de Gobierno, estoy seguro de que todos los ecuatorianos sienten vergüenza, molestia, tristeza o decepción de los escándalos de corrupción de los últimos nueve años, sin olvidar la actitud soberbia y prepotente de algunos gobernantes. La situación económica cada día se ve más complicada, dificultando la vida en el país. No olvidemos que similares situaciones se atraviesan en varios países de América Latina, siendo los más sonados escándalos los de gobiernos socialistas del siglo XXI.

Nadie debería querer prolongar estos problemas que atravesamos, pues pueden convertirse en una pesadilla inolvidable. En las urnas tenemos la posibilidad de expresar nuestra intención de cambiar la realidad que vivimos. Nuestra principal intención debe ser dejar lo malo y pasar hacia algo mejor. Iniciar con optimismo y no como miedo un nuevo periodo de gobierno. Votemos por cumplir nuestros sueños y despertarnos, de una vez por todas, de la terrible pesadilla que han causado a millones de personas los líderes socialistas del siglo XXI. (O)