El calor permea el Litoral. La Sierra y el Oriente se llevan ilusiones por sus grietas abiertas; se destrozan caminos, se inundan cultivos; se muestra ‘el Ecuador que ya cambió’ en toda su desnudez, íngrimo y agazapado bajo el toldo de sus inconsistencias. En esta atmósfera, el periodismo de opinión tiene la obligación de expresar sus inquietudes, con frontalidad, sin máscaras, con apego a la realidad. Se nos acaba el tiempo. Es nuestra obligación trabajar con civismo para ayudar y ayudarnos, en estas semanas, a vi slumbrar hacia dónde queremos ir y a encontrar personas idóneas para que nos lleven a ese espacio que buscamos. Raspo hoy cuatro filones. La cantera queda intacta. Urge maquinaria pesada para encontrar respuestas.

1. Ecuador recibió en estas semanas una grosera bofetada. Raterías de bajo y grueso calibre, unas evidentes, otras guardadas bajo siete llaves, provocan náuseas y sobresaltos. Las náuseas afectan a quienes vemos cómo se inventan ardides para distraer la opinión, cómo se crean mil artificios con toda la maquinaria comunicacional del poder para mostrar al Ecuador y al mundo que aquí nada pasa y que los presuntos culpables son en verdad quienes combaten la corrupción. Atrevimiento, vileza, engaño, desfachatez, cinismo, ultraje, no sé, amigas y amigos, encuentren ustedes el mejor calificativo. ¿Sabremos, antes del diecinueve de febrero los nombres de los grandes ladrones y sus cómplices?

2. ¿Saben ustedes quiénes se llevaron el Jardín Botánico de Salinas? Los alcaldes, por ley, son los guardianes de los bienes de un cantón. Un buen día el Jardín Botánico fue invadido, la invasión no fue reprimida, luego, aceptada de facto. Los alcaldes que desfilan saben del problema. Existen planos de reasentamiento para los invasores del parque. Pasan los años y para este pulmón creado con nobles fines y sanos propósitos no hay esperanza de resurrección. ¿Qué pasa y qué pasó? Existen nombres y apellidos en la historia del GAD de Salinas. Merecemos una explicación.

3. Bien por los campeonatos gastronómicos, bien por el culto al sabor y al estómago, pero esto no es turismo. Yo no viajo a Chile, Panamá o Turquía, tampoco a Sicilia, Londres o Ávila para comer un plato típico; necesitamos un turismo que satisfaga deseos ubicados más arriba de nuestros ombligos. Un ejemplo: Salinas tiene fama nacional e internacional, pero ¿cómo luce el cantón y cómo luce la provincia de Santa Elena? ¿Han soñado ustedes con un malecón Anconcito-Punta Carnero-Salinas-Santa Rosa-La Milina-La Libertad-Ballenita-Capaes que cree amplias zonas de playa, con necesarios y variados servicios, que beneficien a propios y extraños? Tanto las playas robadas por el mar como aquellas convertidas en bienes particulares deben ser recuperadas. La Península de Santa Elena requiere de gente visionaria.

4. La ‘década ganada’ está por terminar, así lo espero. ¿Conocen ustedes la autopista Quito-Santo Domingo-Quevedo-Guayaquil? ¿Visitaron la carretera Sígsig-Chiguinda-Gualaquiza? ¿Recorrieron la autopista Guayaquil-Naranjal-El Guabo-Machala? No, porque no existe. Dejar de hacer lo necesario es robar el futuro a una nación. Hemos malgastado la posibilidad de ganar tiempo al tiempo, ‘no adelantar es retroceder’.

La provincia de Santa Elena es una joya que debe brillar. (O)