Años atrás cobrábamos las pensiones jubilares y de montepío en efectivo en las ventanillas del IESS. Después se extendió esa función a algunos bancos privados. Luego se pasó a hacer acreditaciones en las cuentas de los beneficiarios en los bancos privados; ahí empezó el uso del dinero electrónico. Igual sucedió con las cuentas del agua potable, luz, teléfonos, etcétera. Dejó de usarse el dinero en especie.

El dinero electrónico que impulsa el Gobierno es un medio de pago que lleva a lo mismo, pero en lo que no podemos estar de acuerdo es en que sea manejado por el Banco Central del Ecuador (BCE) y menos aún, que se esgrima el argumento de que la banca privada se prestaría a hacer ingresos a dichas cuentas, sin que exista la contrapartida monetaria respectiva. Si esto fuera factible, también lo podría hacer el banco estatal. Para comprobar las “bondades” del sistema abrí mi cuenta en el BCE el 10 de junio de 2016, tengo la clave de acceso, y desde esa fecha hasta la presente me han acreditado $ 10,23 y deducido 60 centavos por algunas consultas que hice, sin saber que existía un tope de consultas gratuitas. Hasta ahora no he encontrado ningún lugar donde se anuncie que puedo pagar con este medio. Tampoco puedo saber cuál es el origen de los valores que me acreditan. Es totalmente diferente a lo que uno puede hacer con una cuenta bancaria donde ve los movimientos, fechas, origen, etcétera. Si la banca privada decide brindar el mismo servicio que ofrece el Banco Central, de seguro va a ser con mecanismos que satisfagan al consumidor, aunque por ese servicio se pague alguna comisión.(O)

Gonzalo Emilio Pereira Martínez,
Guayaquil