Podemos tener la mejor Constitución del mundo, llevamos 20 constituciones, juzgo que es suficiente, sin contar las modificaciones y enmiendas realizadas. Nos demuestra que el problema no está en la Carta Magna sino en el grupo que llega al poder y en quienes lo elegimos.

No se debe llamar más a una consulta popular porque cualquiera puede interpretar la ley a su antojo o beneficio, torciendo o haciendo ver que una reforma constitucional “no cambia” la estructura del Estado, “no invade” las funciones del Estado, o que “respeta” los derechos humanos, etcétera; y porque está redactado de manera muy clara, que cada función del Estado gozará de independencia interna y externa, de autonomía administrativa, económica y financiera, que es garantista y otras maravillas. Entonces, ¿dónde está la falla?, en el irrespeto e irresponsabilidad al dirigir una nación.

Es necesario erudición y fiel cumplimiento de lo establecido para utilizar la Constitución de la República con mesura, venerando la división de los poderes del Estado.

El gobierno entrante tendrá la capacidad legal y moral de adaptar la actual Constitución con leyes claras, gobernando con reflexión y un verdadero estadista. Es necesario cambiar a todas las autoridades de control, se podría utilizar el artículo 103 que faculta a la ciudadanía a reformar, derogar, normas jurídicas con el 0,25% de las firmas, y hacer más propuestas de reformas constitucionales con el 1% del registro electoral; solicitando al CNE (Consejo Nacional Electoral) los formularios para hacerlo, aprovechando que el 19 de febrero de 2017 el pueblo va a las urnas y ahí podría firmar las propuestas de manera masiva. A la próxima función Legislativa le sugiero: desechar malhadadas enmiendas inconstitucionales (como la Ley de Comunicación); finalizar los periodos de las autoridades de control (comenzando por la Corte Constitucional), y de las que están en trámite de concurso; apoyar la creación de una comisión anticorrupción con asesoramiento de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y otros organismos, para tener un gobierno honesto. Y los aspirantes o candidatos que quieren un verdadero cambio, pueden agregar otros planteamientos que deberán ser conocidos inmediatamente y aprobados en la próxima asamblea deliberante.(O)

Marcelo Vargas Velasco, doctor en Pediatría; Babahoyo, Los Ríos