La comunidad cristiana llamada Iglesia se esfuerza en ser imagen de Dios, quien no es solo, sino comunidad, familia de mutuo conocimiento y amor: Padre, Hijo y Espíritu de amor

Los obispos de Roma, encargados de cultivar paz, nos recuerdan cada año que la tarea de toda persona de buena voluntad es cultivar la paz en la justicia.

Para orientar esta tarea, Francisco ha creado un Ministerio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Este Ministerio (dicasterio), al que se le asignan varias tareas, llevará adelante la obra que ha realizado el Consejo Justicia y Paz.

Descubro en la realidad que el egoísmo humano (quien más carece más presume) nos orienta a la violencia. “Esta no es la solución para nuestro mundo fragmentado”.

El papa distingue paz de pasividad; es acción, es “lucha pacífica, que emplea solo armas de la verdad y de la justicia”, acción iluminada por un concepto de Dios, de la persona humana y de la sociedad. Toda acción sincera por la paz se realiza en un ambiente de diálogo. Recurrir al diálogo, sin mirar la parte de verdad y de bien que hay en el otro; invocar el diálogo, como lo invocan los esclavos de una ideología, o de su ego, solo para ganar tiempo, son corrupciones, que fomentan la violencia.

La educación a la paz “debe comenzar dentro de los muros de la casa, para extenderse a toda la familia humana”. “La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos aprenden a comunicarse y cuidarse”. “En la familia no se descarta a los menos favorecidos”. Una razón más para cuidar a la familia.

La educación a la paz se aclara comparando la caducidad de la paz conseguida con la violencia con el “valor duradero de la paz fruto del diálogo y de la no violencia”.

“La no violencia es la elección más razonable”. “El fruto de la violencia es ilusorio”.

“Frente a un mundo que se presenta como una terrible guerra mundial, la única respuesta es la no violencia”; que no es pasividad.

“Los recursos destinados a fines militares son sustraídos de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en necesidad, de los ancianos, de los enfermos”. (Venezuela y enfermedades).

El papa Francisco reitera el llamamiento en favor del desarme y la abolición de armas nucleares. Hay quienes se declaran favorables a la paz. Sus declaraciones son como plumas dispersadas por el viento. Piensan que este ideal no es realizable por intereses inconfesados, como los de una economía sustentada en la fabricación y venta de armas. El desarme es posible dentro de un sincero compromiso global.

Los gobiernos sin una visión global, guiados por un libreto parcial, están gastando –como en Venezuela– recursos que debieran destinarse a saciar el hambre y atender la salud y la educación. El señor Trump amenaza con aumentar el armamento atómico.

Francisco señala a personas ejemplares que han cultivado con éxito la paz: Martin Luther King, la religiosa Teresa de Calcuta. (O)