Deseamos que nuestro nuevo año sea mejor. Debemos pensar sobre el año viejo, hacer un balance. El comienzo de cada año es el momento de los buenos propósitos. Seguro que para el 2016 nos habíamos propuesto algunas cosas. ¿Qué sucedió con ellas? ¿Conseguimos lo que nos propusimos o lo perdimos de vista por el camino y seguimos siendo los mismos de antes? ¿Por qué a pesar de nuestros buenos propósitos hemos llevado “cosas malas”, por ejemplo, a la familia, a nuestros conocidos o al puesto de trabajo? o ¿por qué continúa nuestra disputa con el vecino, o seguimos criticando, dando chismes? Recaímos en nuestra rutina antigua, ¿por qué?

La respuesta la encontramos en la raíz que rara vez nos esforzamos en buscar, creemos que podemos talar lo negativo del árbol, que podemos podar su copa y ya estará todo bien. Pero no es así, deberíamos aprender a encontrar la raíz, cuestionarnos de dónde viene lo negativo, lo malo. Muchos creen que viene de otras personas, en general de la sociedad o de los políticos, de los que nos odian. ¡Oh, no!, viene de nosotros, viene de nuestra raíz, viene de nuestros propios “programas” que hemos grabado en el cerebro. Si encontramos la raíz de esos “programas”, nos asustaremos de cuántas raíces y raicillas tiene la mata. Hagamos la prueba y pidamos la ayuda a quien habita en nosotros, a Dios nuestro Padre, si queremos aprovechar los días, las semanas, los meses del nuevo año 2017. Jesús de Nazaret nos dejó la clave: “Lo que quieras que otros te hagan a ti, hazlo tú primero a ellos”. Si obrásemos en consecuencia, cada pensamiento sería un rayo de sol que traspasa con su luz los hechos y las obras, y de esa forma haría felices a los hombres y a todo el medio ambiente. Entonces el hombre y la Tierra estarían en unidad y paz.(O)

María José Navarro, España