A más del intenso tráfico que soporta la ciudad de Guayaquil debido al exceso de vehículos, por una parte, y, por otra, a la falta de experiencia de los actuales señores que dirigen el tráfico (esta parte la entiendo por el poco tiempo que están en sus puestos), los guayaquileños tenemos que soportar todos los días la falta de educación de los taxistas y los señores que manejan los vehículos de transporte masivo, como buses y colectivos, etcétera, que sin mayor consideración, ni al transeúnte y peor a los conductores de vehículos que tienen delante de ellos, se afanan en usar el pito de forma escandalosa a pesar de que conocen a la perfección que el vehículo delante de ellos no puede continuar circulando debido a un atasco o la presencia de algún obstáculo que les impide avanzar.

A la vez nos preguntamos si la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) de Guayaquil se preocupa en la actualidad, por medio de radares, cada vez más cercanos el uno del otro, cámaras en los semáforos para controlar a los que se pasan la luz amarilla o roja, los carros mal parqueados, los que se paran en los pasos cebra, etc., con el único propósito de poder cobrar multas cada vez más cuantiosas, pero no ponen un veto a taxis y buses o carros particulares manejados por personas desaprensivas y que están convencidas de que las bocinas de los carros no son simplemente instrumentos de precaución o aviso sino para molestar a otras personas que sí respetan la tranquilidad de los demás.

La Autoridad de Tránsito Municipal debería, por lo tanto, imponer, asimismo, multas a estos desaprensivos e irrespetuosos choferes para que aprendan a no hacer uso indebido del claxon en sus vehículos. (O)

Édgar Diminich M.
Ingeniero, Guayaquil