Precios.- Habiendo tratado ya los temas de Administración y Productividad que se difundirán en los talleres, así como el tema de financiamiento que se manejará desde el sector público, vamos ahora a referirnos al escabroso asunto de los precios de comercialización.

Hay productos de consumo masivo como la leche y sus derivados, la carne, la papa y el arroz, que por ser parte de la dieta popular y de la canasta básica familiar, sufren una fuerte presión negativa sobre sus precios de venta. Condicionados por el costo político, los gobiernos indefectiblemente ignoran la maltrecha condición y urgencia económicas de los pequeños productores, y terminan complaciendo las demandas populares manteniendo los precios bajos y accesibles para los pobres, aun a costa de la merecida utilidad de los productores, a quienes arriman despiadadamente a incorporarse a aquella masa de pobreza que los mismos gobiernos suponen ayudar.

Siendo realistas y comprendiendo el apremio de los gobiernos por atender a los menos pudientes, será muy poco lo que políticamente se pueda mejorar en la fijación de precios de los productos de consumo popular, por lo tanto habrá que buscar un saludable equilibrio entre las dos posiciones y para eso, la única opción es trabajar decididamente en todas las actividades conducentes a elevar los niveles de productividad. Su mejoramiento se constituye en la mayor incidencia para reducir los costos de producción y por tanto aumentar la rentabilidad.

El otro gran problema que afecta directamente la rentabilidad de las actividades agropecuarias es la intermediación en la comercialización. Este problema se inicia principalmente en la falta de infraestructura y equipamiento técnico para manipular y movilizar los productos finales, así como también la precariedad de las vías de comunicación rural que dificultan y encarecen la movilización de los productos hacia los mercados. Para corregir la falta de infraestructura y equipamiento técnico se necesita financiamiento, como lo explicamos en anteriores artículos, y la movilización de los productos no se resuelve con la reconstrucción de las carreteras principales, donde se ubica un porcentaje mínimo de unidades productivas, sino con la incorporación de los caminos secundarios y terciarios, donde se asienta no menos del 90% de las unidades productivas agropecuarias.

La movilización de los productos no se resuelve con la reconstrucción de las carreteras principales, donde se ubica un porcentaje mínimo de unidades productivas, sino con la incorporación de los caminos secundarios y terciarios, donde se asienta no menos del 90% de las unidades productivas agropecuarias.

Finalmente podemos tener la certeza que aún solucionando el problema de infraestructura vial, incluso desarrollando el programa de talleres de instrucción para compartir y adecuar el conocimiento; mientras no se establezcan las facilidades para que los pequeños productores puedan acceder al financiamiento para incorporar a sus unidades productivas la infraestructura y la tecnificación necesaria, la ilusión de reactivar la capacidad de producción y desarrollo del sector agropecuario será solo un espejismo, y las metas de justicia y equidad seguirán tristemente lejos.

Ahora, el proyecto de recuperación del sector productivo para consumo interno toma vigencia en su concepto e importancia debido a la implementación del Acuerdo Comercial Multipartes que se acaba de formalizar con la UE, puesto que como contraparte a la colocación de nuestros productos exportables, nosotros recibiremos algunos artículos provenientes de su inventario comercial, muchos de los cuales afectarán a más de un producto específico de nuestra producción agropecuaria para consumo interno.

Sin embargo, debemos aclarar que este acuerdo con la Unión Europea es a todas luces un beneficio para el Ecuador, y que los peligros por la afectación que sufrirán algunos productos de la canasta familiar, como leche, carnes, papas, y algunas hortalizas, no se defienden rechazando el acuerdo, sino corrigiendo algunas incongruencias.

Lo primero será trabajar arduamente desde el Gobierno y con todo el sector productor para consumo interno, con el objetivo indeclinable de mejorar los niveles de productividad y rentabilidad de nuestras unidades de producción, para que nuestros productos puedan competir en mejores condiciones con los bienes importados.

Sería muy importante que se negocie también la necesidad de establecer un precio mínimo de comercialización, con que se deberían introducir los productos agropecuarios del acuerdo, y convenir un periodo de gracia para su introducción a nuestro mercado, permitiéndonos así un tiempo prudencial necesario para trabajar en el mejoramiento de la productividad y la competitividad de nuestra producción casa adentro. (O)