Al terminar este año revisamos lo pasado y el sentimiento que embarga es de tristeza. La pena que crece en esta época se debe a la realización del engaño que sentimos luego de una década del Gobierno. La destrucción de tantas ilusiones hoy truncadas debido a la violencia y a la corrupción.

El 2016 fue un año duro para nuestro país, marcado por el terremoto y las familias tocadas por la muerte, las personas lastimadas para siempre, los huérfanos, la desesperación de tener que empezar de nuevo, muchos de ellos lejos de sus tierras manabitas o esmeraldeñas. Nada hay más duro que esas pérdidas, que por ser tan concretas sin duda opacan cualquier análisis de otras tristezas.

En el 2007 apenas el 12% del país votó contra la construcción de una nueva Constitución frente al 82% que pensábamos que era posible un cambio democrático hacia un mejor Ecuador, mediante la creación de una guía utópica con artículos legales. Poco duró el entusiasmo si vemos que al año ya solo 64% de ecuatorianos aceptamos el libro constitucional. De entonces acá, hemos ido desencantándonos cada vez más hasta llegar a este fin de año escuchando gritos que dicen que todo está bien mientras vemos la violencia contra lo antes venerado y el inicio del mayor destape de corrupción de la historia del país.

Imposible relatar todos los cambios de rumbo y vueltas en U que dio Rafael Correa en esta década. Valga el espacio para escribir hoy sobre unos pocos que muestran cuánto empeoramos y cuán lejos estamos de aquellas utopías iniciales.

Una mujer es humillada, maltratada verbalmente, probablemente físicamente. Como en todos los casos de violencia contra la mujer, la discusión gira alrededor del atacante. Aquel “pobrecito” de gran labia y letras que es atacado dizque porque es político, por su historia de áulico al Gobierno. Ella, la mujer que oímos y vemos temblar ante su poderosa pareja, es apenas un medio para ver la realidad del machismo y la violencia en nuestro país.

El progresismo y sobre todo la izquierda del siglo XXI es ecológica, lucha por disminuir el consumo y contrarrestar el cambio climático. Este gobierno recogió propuestas de organizaciones dedicadas a la conservación y respeto de la naturaleza para alejarse del extractivismo. La Constitución dio derechos a la naturaleza y acogió la iniciativa Yasuní de organizaciones como Acción Ecológica, que paradójicamente hoy Correa busca aniquilar. Todos esos discursos y escritos del Gobierno se enfrentan ahora ante la incoherencia de su hacer que desplaza pueblos originarios para entregar su casa-vida a mineras extranjeras.

Otra destrucción de ilusiones ha sido la violenta reacción frente a quienes pensamos distinto al presidente. Al menos terminamos también viendo que a más rabia del poder contra la disidencia, más rebeldía y burla ha nacido en las redes sociales que se convierten en sanciones simbólicas que los perseguirán en el imaginario virtual y la realidad hosca de su futuro.

Sea la astucia de los sarayakus, el amor de los shuar, las alegría de los Yasunidos, la resistencia de Acción Ecológica y la protesta de un pueblo en redes, calles y urnas la que termine mostrando cuán hastiados estamos del Gobierno que nos traicionó y que al fin se va en pocas semanas. (O)