En México la explosión en un mercado de juegos pirotécnicos ha dejado 60 heridos. Entre nosotros, en Babahoyo, una explosión de camaretas provocó la muerte de un hombre y dejó al menos nueve heridos, entre los cuales hay algunos niños que tienen entre 6 y 12 años de edad. El hecho ocurrió en una bodega en la que se acumulaban camaretas y otros materiales explosivos, según la Secretaría de Gestión de Riesgos.

Todos los años se producen tragedias similares por la misma razón. Las autoridades correspondientes se preocupan y realizan campañas y operativos para informar a la ciudadanía de los riesgos que corre y de lo que la ley dice respecto del manejo de sustancias peligrosas, como las que se usan el 31 de diciembre para quemar los años viejos; sin embargo, cada año lamentamos hechos como los que mencionamos.

Es importante que tengamos conciencia de los daños irreparables que pueden causar los efectos de la pólvora mal manipulada: quemaduras graves, pérdida de extremidades u órganos, muerte, además de pérdidas materiales y contaminación.

La prevención nos corresponde a todos, especialmente a los padres, que pueden controlar a sus hijos menores de edad y ayudarlos a aceptar que no hace falta el ruido del explosivo para divertirnos.

Despidamos el año sin camaretas, silbadores, voladores, diablillos, petardos, etc., y dispongámonos a recibir el 2017 con más responsabilidad sobre nosotros mismos y mayor conciencia comunitaria y ecológica. (O)