La economía necesita tranquilidad y confianza para lograr algo tan sencillo como trabajar, emprender, arriesgarse, invertir. Suena trivial y obvio, pero esto es mil veces violentado. Ahora mismo, hay al menos tres temas.

Uno, la ley de plusvalía, que genera entre por lo menos dudas y hasta pánico, y eso implica un freno a la construcción por el lado de oferta y demanda. Y la gente tiene razón, porque dependiendo de los cálculos “especulativos” que cada uno haga, los efectos pueden ser entre pequeños y enormes, y en ambas categorías pueden estar personas más ricas o más pobres, la ley puede afectar a todo el mundo…, y algunos incluso dicen que puede volver la ley de herencias, porque Rafael Correa quiere dejar el poder en mayo, dejando sembrado todo lo que cree necesario para el país, la ley de herencia y quizás otras más. Resultado: menos actividad económica.

Dos, el mayor encaje a los bancos…, es decir, a los depositantes. Muy simple, alguien pone su dinero en el banco, dando un mensaje claro: por lo menos al Gobierno no he pensado prestarle ese dinero. Pero se sube el encaje, ese dinero va al Banco Central y hay una alta probabilidad de que sea prestado al Gobierno, porque es difícil imaginar que otra sea la intención. Sucedió lo que usted nunca quería que sucediera, su dinero terminó en manos del Gobierno, lo que nunca ni pensó, ni quiso, ni autorizó a nadie. Más desconfianza. Pero desgraciadamente es parte del proceso de “raspar la olla” en que el Gobierno está inmerso desde hace un año y medio: deuda, petroleras, quizás mineras, seguridad social, encaje, etc. Y como todos sabemos en la vida personal, raspar la olla no puede durar eternamente ni es sano. Resultado: menos actividad económica.

Tres, el dinero electrónico otra vez en la palestra. La Superintendencia de Control del Poder de Mercado planteó una triple barbaridad. 1) Que los bancos se abstengan de alusiones denigratorias al dinero electrónico (¿este artículo es denigratorio?). 2) Que procedan a la implementación de cuentas de dinero electrónico. 3) Se les prohíbe rechazar, negar u obstaculizar transacciones en dinero electrónico. En clara violación a la ley monetaria que prohíbe claramente por lo menos los puntos dos y tres. ¿Globo de ensayo? ¿Exceso de entusiasmo de ciertas autoridades por quedar bien con el jefe? Recordemos el riesgo. El dinero electrónico en principio es solo otra manera de realizar pagos (como un billete, transferencia, tarjeta de débito, etc.), y así sucede en muchos países del mundo y cada vez más, salvo que el riesgo es diferente en Ecuador donde es manejado por el Banco Central, que puede recibir la orden del Gobierno de pagar sueldos a través de ese mecanismo sin que exista el correspondiente pago en contraparte del Gobierno al Central. ¿Qué habría sucedido? Que se creó dinero electrónico paralelo al dólar. ¿Alguien se puede entusiasmar con eso? Nadie, todo lo contrario. Resultado: menos actividad económica.

Más allá de cualquier planteamiento complicado, el Ecuador necesita trabajar, lo cual implica confianza y menos trabas. En esencia, nada más, por eso es peligroso pasarse de la raya. (O)