Curiosas son las personas, unas lloran por la muerte de un semejante, otras bailan sobre su cadáver y unas terceras permanecen indiferentes. Somos los mismos, con la misma capacidad de pensar y sentir, pero distintos porque nuestros pensamientos y sentimientos se alimentan de la educación y experiencias específicas que tenemos, de la posición que ocupamos en la sociedad.

Fidel Castro ha muerto. Los ojos del mundo se han posado desde entonces en su obra y en él. Cuba, la tierra más hermosa que vio Cristóbal Colón, cuando los indios habían sido exterminados por los españoles, se llenó de esclavos negros traídos por Inglaterra desde África para producir azúcar, dejando de ser el primer astillero de América, porque sus obreros, con los obreros de la fundición y los artesanos, se dedicaron al monocultivo, arruinando los bosques y empezó la isla su dependencia con los Estados Unidos de América, del cual fue su principal comprador de madera. El azúcar endulzó a Cuba con los altos precios y la amargó cuando bajaron. Al lomo de los créditos se afianzó la dependencia y a cambio de desgravar las importaciones de azúcar, se concedieron privilegios similares a Estados Unidos. En 1820 el presidente Jefferson le dijo al Secretario de Guerra que tome Cuba a la primera oportunidad. Décadas más tarde quieren comprarla, pero se oponen los abolicionistas de la esclavitud. Antes de 1877 controlaban el 82% de las exportaciones de la isla, se incrementó el número de estadounidenses ahí, compraron inmuebles a bajos precios. El momento de engullir el pastel se presentó cuando voló el barco Maine, enviado a aguas cubanas para “proteger los intereses de los estadounidenses”. Le echaron la culpa a España, potencia ocupante y se metió en la guerra Estados Unidos, que la ganó naturalmente, cuando los cubanos ya habían vencido en algunas ciudades y se les había concedido la autonomía. Y en 1898 se firma el tratado en el que no intervino Cuba, renunciando España a su dominio. Así se inició el expansionismo de Estados Unidos en la región. Como ellos saben gobernar mejor, impusieron la Enmienda Platt, que les permitía intervenir en los asuntos económicos, políticos y militares de la isla y quedarse con Guantánamo, donde recluyen al que creen terrorista, lo torturan e impiden que ejerza sus derechos. E impusieron a sus primeros presidentes, inaugurando la corrupción Mr. Magoon. Se fueron pero volvieron, con mayor sometimiento económico e intervención militar. El presidente cubano Grau anula la enmienda y en Estados Unidos lo califican de comunista.

Llegamos al sargento Batista, hombre que gobierna en nombre del país del norte. En 1952 da un golpe de Estado y Fidel presenta una demanda por la ilegitimidad de su gobierno, mas se rechaza y surge la opción de la lucha armada. Conocidos son los intentos de la guerrilla por tomar el poder: Dice el líder que la consigna es no matar sino por última necesidad cuando el asalto al Cuartel Moncada en 1953, que fracasa y Fidel es detenido, enjuiciado y condenado a 19 años de prisión, pero lo liberan a los 22 meses. En el juicio, revela las condiciones de miseria de la población y del dominio extranjero. La policía de Batista saca los ojos a los prisioneros. En total, unos 20.000 cubanos son asesinados en siete años. El 56 desembarca el Granma y fracasa, huyen los guerrilleros a las montañas de Sierra Maestra. El 57 Castro promete elecciones libres de llegar al poder. Triunfa la revolución el 59. Se juzga a las fuerzas de choque de Batista y al amparo de la ley se les aplica la pena de muerte. En total, hasta el 2003, se contabilizan 3.821 ejecuciones, que incluyen a otras personas. La revolución se mancha de sangre, por más que se trate de saboteadores, criminales en su mayoría. Saramago dice el 2003: “Cuba seguirá su camino. Yo me quedo”.

El pueblo apoyaba las medidas de confiscación de bienes y los castigos, porque significaba tierras y viviendas de las que antes carecía y justicia para quienes los habían masacrado. Apoyaba la alfabetización de un millón de personas, que las playas ya no sean privadas. Por ello hizo que Fidel volviera cuando renunció como primer ministro y expulsó a los invasores de Bahía Cochinos en 1961, en la operación que el presidente Kennedy autorizó y reconoció. Por ello Ciro Alegría manifestaba que no había un gobierno más popular que el cubano. Pero luego ya no podía ni puede respaldar la escasez, a pesar del embargo comercial estadounidense decretado en 1960, condenado 23 veces por la inmensa mayoría de países del mundo, sin ningún voto en contra el 2016, ni siquiera de Estados Unidos, que se abstuvo. Y a pesar de que cesó la ayuda de la URSS cuando esta se desintegró y pasó hambre, porque debió buscar un camino independiente, no obstante las dificultades, que han sido muchas.

No solo que ha violado el principio de autodeterminación de los pueblos Estados Unidos, sino que ha bombardeado los cañaverales cubanos, intentado asesinar a Fidel 634 ocasiones, registrado en Gûinnes y ocho reconocidos por el Senado estadounidense, emite ilegalmente transmisiones desde Tv. Martí y Radio Martí para subvertir el régimen.

Por otro lado, el gobierno isleño ha perseguido a los homosexuales, conculca la libertad de expresión, de circulación, detiene arbitrariamente, no ha realizado elecciones en 57 años, a despecho de las promesas de Fidel. Así lo han determinado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Reporteros Sin Fronteras. Y en 1971 encarceló por 38 días al escritor Heberto Padilla, al que acusó de subversivo, quien tuvo que renegar de sus ideas expresadas para salir de prisión.

¿Un gigante Fidel? Sí, pero con manchas severas.