Últimamente se han dado situaciones en las que ciudadanos faltan el respeto a miembros de la Policía Nacional.

Yo no hablo únicamente de casos en los que sus protagonistas fueron ciertos funcionarios de la Función Judicial, sino también que fueron ciudadanos comunes e incluso profesionales.

Este tipo de manifestaciones está generando un efecto dominó en la ciudadanía, porque cada día nos enteramos por los medios de comunicación de nuevos episodios con las mismas características.

Creo que esto ha sido el resultado de la transformación del Código Penal, el cual, al proteger los derechos humanos de las personas, también desprotegió la dignidad que reviste a nuestros representantes de la ley, quienes han sido atropellados en sus derechos y pisoteado su decoro institucional.

Hoy en día es muy común ver a miembros de la Policía buscando los servicios de abogados para que los defiendan ante denuncias que en la mayoría de veces abordan situaciones sobredimensionadas e insubsistentes.

Nuestro Código Penal debe reformarse a la brevedad posible.

Si bien es cierto que estos días de derechos que con singular complacencia vivimos los ecuatorianos son un sinónimo de civilización y de progreso social, también hay que pensar que si desarman los estándares de control, los pueblos se extraviarán como naves sin pilotos. Recuperemos el orden y la mesura, un policía merece respeto. Si se continúa faltando a la autoridad, el futuro del país será totalmente incierto. (O)

Gustavo Rivadeneira Romero, Guayaquil