Para el 19 de febrero de 2017 los ecuatorianos hemos sido convocados a las urnas. Acercarse a un recinto electoral nunca debe ser un pasatiempo. La cita de febrero próximo tiene connotaciones muy especiales. Por primera vez me toca sufragar, para cambio de régimen, luego de una década de un gobierno sui géneris, en el fondo y en la forma, que mediante la armadura de leyes cuidadosamente trabajadas y con el respaldo millonario de la publicidad estatal, elegantemente disfrazada y técnicamente perfecta, vendió la imagen de elecciones libres cuando en realidad lo que se ha vivido son escaramuzas electorales para refrendar aquello que in pectore estaba diseñado desde la concepción del movimiento político AP.

¿Entre qué sistemas o formas de gobierno vamos a elegir? En términos sencillos: entre el continuismo, es decir, lo mismo de lo mismo o el cambio. El continuismo lidera un binomio, bendecido por el amo, mientras quienes pregonan el desmantelamiento del andamiaje de la revolución ciudadana son varios, de relleno unos y otros con probabilidades de llegar. ¿Qué pasa en cada una de las opciones? ¿Hay espacio en la mente de nuestro pueblo para analizar diferencias y consecuencias o simplemente votará por el amigo, por la guapa, por quien algo les dio o por quienes les prometen dar?

Permítanme divagar. Estoy muy grave. Una peritonitis se ha adueñado de mis intestinos; la cirugía debe ser inmediata. ¿Quiénes tienen en su mano el bisturí, quiénes son las enfermeras y qué condiciones tiene el quirófano? Un experto cirujano gastroenterólogo, un quirófano con asepsia total y un equipo de enfermeras y paramédicos profesionales pueden anticipar el éxito de la operación. Lo contrario es el camino al cementerio. ¿Por qué esta alegoría? Para cruzar un río revuelto hay que saber nadar. Para ser parte de un equipo competitivo de fútbol hay que saber jugar al fútbol. Para pilotar una avioneta hay que saber hacerlo. El Ecuador después de la ‘década ganada’ es un país patas arriba que se acostumbró a no caminar, a ser manipulado, a inclinar la cerviz. ¿Quiénes serán capaces de restaurar la democracia, de inaugurar la libertad, de castigar felonías y potenciar nuestras ‘patrias chicas’ en vez de soñar con una mentirosa Patria Grande? Busquémoslos.

En el Atanasio Girardot de Medellín cuarenta mil personas se unieron para rendir su homenaje póstumo a futbolistas, dirigentes y periodistas brasileños fallecidos en un accidente aéreo y para gritar: ‘Somos hermanos. No a las rivalidades. Sí a la vida, a la convivencia a la solidaridad’.

Nunca Ecuador estuvo tan fraccionado como hoy. La fe y la esperanza deben reverdecer.

“Yo sería marxista si la sociedad humana estuviera compuesta de ángeles, altruistas, generosos y desinteresados de las cosas materiales”, Rodrigo Borja Cevallos. (O)