Jamil Salmi es un marroquí experto en Educación Superior, que visitó Guayaquil para ofrecer el seminario de ‘Excelencia académica’ organizado por la Escuela Politécnica del Litoral, el directorio de la Asamblea del Sistema de Educación Superior y la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, destinado a autoridades, profesores, estudiantes y becarios de las universidades y escuelas politécnicas del país.

El doctor Salmi viaja por el mundo invitando a aceptar “el desafío de crear universidades de rango mundial”, que es precisamente el nombre de uno de sus libros.

Conversar con él es plantearse preguntas y encontrar respuestas sobre un tema del cual, posiblemente, depende el futuro de los países y de la humanidad.

Al iniciar la conversación, le pregunto qué características tiene una universidad de rango mundial, responde que es una universidad de alta calidad, lo que empieza con los académicos bien calificados y bien motivados, programas que tengan alta pertinencia con las necesidades del país para preparar jóvenes que puedan aportar a las empresas y organizaciones existentes, pero que también puedan crear sus propias fuentes de trabajo. Importante en una universidad de rango mundial es la investigación afirma, y enfatiza: “Pero no sobre marfil sino para responder a los problemas del país y de la región”, y que sea innovadora, no solo en la economía, sino en las formas de resolver los problemas cotidianos de las comunidades. Todo esto hace universidades diferentes.

Pienso en que a las universidades llegan jóvenes de al menos 18 años, con 12 de escolaridad a cuestas y, muchas veces, sin la preparación necesaria para los estudios universitarios. Salmi lo sabe, sabe también que en muchos países los profesores universitarios se quejan de que los bachilleres no tienen la preparación esperada, pero “no se puede sentar a esperar 20 años que mejore la educación básica” para seguir ofreciendo educación universitaria. No debe haber prejuicio académico en contra de los bachilleres, hay que crear programas de acompañamiento, periodos de compensación. ¿Por cuánto tiempo?, eso ya no interesa dice, no se trata de año, semestre o número de horas de clase, se trata del tiempo que cada uno necesite para adquirir la competencia necesaria, no interesa cuánto tiempo estuvo en la universidad, interesa lo que sabe, la competencia que tiene. La universidad del futuro no tiene que esperar el final de un periodo para tomar examen, sino que lo hará cuando el estudiante esté listo, si lo está pasa al nivel siguiente, si no lo está se tomará más tiempo.

Recuerda que la misión de la universidad no es solo trabajar con los jóvenes, sino también en la educación continua que es una necesidad, no solo para conseguir recursos adicionales sino para ayudar a la actualización de conocimientos de la gente que trabaja y a la conversión profesional. Ya cambió el concepto, no hay profesión para toda la vida. Hay puestos de trabajo que desaparecen y otros que se crean al ritmo de la evolución de la tecnología y de la sociedad, que evoluciona rápidamente. Hoy se habla de la cuarta era industrial.

Comento que las universidades están inmersas en una sociedad, pero que es importante que se anticipen a ella. Salmi asiente y da ejemplos, la Universidad de Singapur es uno de ellos, sabían que una manera de suplir un déficit de energía era utilizando la energía solar, pero nadie lo hacía entonces en el país, y crearon un instituto que empezó desde cero y a partir de su desarrollo fueron creándose empresas que utilizan la energía solar y la comercializan. Es un ejemplo de cómo la universidad al ofrecer soluciones a los problemas de la comunidad, contribuye al desarrollo de la economía. Menciono que hay lo que se llama necesidades no demandadas, que están allí, que la academia lo intuye, pero la sociedad parece no darse cuenta. Responde que a eso la universidad debe responder con la investigación que hoy se hace con la comunidad, y se entusiasma: “Hoy el aprendizaje está basado en encontrar soluciones, los estudiantes trabajan en equipos, como en la vida, se acaba la educación individualista. Los profesores pueden ser de distintas disciplinas y trabajar juntos en un tema que tiene diferentes aristas. El problema es que el docente está acostumbrado a ser dueño de su cátedra y se requiere un cambio profundo, tienen que aceptar que no son dueños del conocimiento, que los jóvenes pueden adquirirlos en internet y que lo que él le dijo a sus alumnos hace cuatro años, probablemente, hoy ya no es verdad, entonces comprenderá que lo más importante en su trabajo es ayudar a sus estudiantes a desarrollar la capacidad de adaptarse y adquirir una y otra vez nuevos conocimientos”.

Me inquieta que esto requiere que los maestros acepten y se preparen para un nuevo rol y pregunto cómo debe lograrse esa adaptación. La respuesta fue que se requiere un poco de humildad de parte de los profesores y que las universidades deben crear espacios para prepararlos, acompañarlos y apoyarlos en ese cambio.

Comento que estamos hablando de un cambio educativo y cultural profundo, asiente y añade que “la universidad necesita contacto permanente con sectores sociales, productivos, empresariales y políticos, deben ser muy abiertas y crear vínculos importantes con la comunidad, se trata no solo de formar ingenieros, sino de ingenieros que conocen y buscan respuestas a los problemas de la comunidad y las incorporan al currículo.

El tiempo que el doctor Salmi había destinado a esta conversación está por terminar, pero antes resalta la importancia que tiene en el cambio universitario la gobernanza, que algunos piensan que debe cambiar y no estar sujeta a un sistema electoral en el que se hacen ofertas para ganar los votos. Algunos países ya han aprobado sistemas en que se elige a las autoridades por su preparación y competencias.(O)