La lectura del orientador artículo de Nila Velázquez del 19 de noviembre pasado, publicado en su columna de opinión de EL UNIVERSO titulado ‘El derecho a la verdad’, anima a asumir posiciones que faciliten a los ciudadanos el conocimiento pleno de la verdad, misión que se vuelve obligación de ética profesional cuando se trata de realidades fundamentadas en el conocimiento científico, cuya omisión acarrearía quebrantos económicos a sectores productivos, como es el hecho que relataré a continuación, vinculado con la ganadería de carne, en peligro de exterminio, pues ha cesado su rentabilidad, haciendo que el número de reses, en lugar de crecer, se reduzca paulatinamente.

Se trata del plan gubernamental de “repoblación y mejoramiento ganadero”, basado en la importación de bovinos paraguayos resultantes de cruzamientos, cuando debió traerse vacunos puros, precisamente en búsqueda de mejora genética. Además, para que los animales cruzados sean eficientes en el trópico del país, es necesario crearles condiciones de manejo afines con la expresión de su potencial biológico, como correcto manejo de pastizales, sanidad, que por ahora no existen, así el volumen y calidad de la carne producida, responderán a la exigente demanda internacional. También se corre el riesgo de que los descendientes no acumulen las características deseables de las razas inicialmente cruzadas, por elementales principios genéticos.

No se escucharon sugerencias, como la inseminación artificial gratuita para los hatos de pequeños ganaderos, que acumula amplia experiencia ministerial, a un costo mucho menor, introduciendo pajuelas de alta calidad de Brasil, por ejemplo, valoradas entre cuatro y un dólar, según se haya determinado o no su sexo. Hubiese sido una decisión lógica utilizar ampolletas con semen de reproductores seleccionados, ya adaptados al medio ecuatorial, con pedigrís certificados. A los criadores de más población ganadera podría recomendarse técnicas más complejas, aun cuando de mayor costo, como la implantación de óvulos fecundados in vitro, ya practicada con éxito en varias haciendas de la Costa y Sierra del Ecuador, según recalcan veterinarios ecuatorianos de reconocida respetabilidad. En esta área son estimulantes los avances que muestra la Universidad Técnica de Babahoyo, a la que debería asignarse recursos suficientes, acorde con la importancia de ese especializado trabajo.

Era imperativo prestar atención a los protagonistas del sector, los ganaderos ecuatorianos, que han sugerido con argumentos consistentes utilizar madres cebuinas, que se desarrollan en buen número en nuestra geografía, en cruzamiento por inseminación artificial, con razas Angus o Hertford, entre otras, para alcanzar crías vigorosas, de calidad superior para responder a los parámetros del refinado degustador de carne, nacional y extranjero. El costo de la operación hubiese sido inferior a los cruces que se están importando. Sin embargo, el cuestionado proceso continúa, indiferente de las manifiestas inconformidades.

Paralelamente, los ganaderos demandan voluntad política firme para hacer cumplir los precios oficiales fijados para las reses en pie, ahora cotizadas en apenas 50 centavos por libra, mientras el consumidor paga tres dólares por ella, resultando vanos los publicitados controles, frustrando la justa rentabilidad para una actividad deprimida y agravada por la peligrosa inseguridad en los campos, pero básica para la provisión de proteínas, dentro de la pregonada soberanía alimentaria, que los gobernantes están obligados preservar. (O)