Hoy se confirmará la permanencia de Daniel Ortega en el Gobierno de Nicaragua. Se habla de que será su segunda reelección consecutiva, acompañado de su esposa, Rosario Murillo, en la Vicepresidencia. Pero en realidad no se trata de una elección, pues no hay alternativas, es candidato único, ya que la coalición de oposición que se organizó en torno a la segunda fuerza política del país fue ilegalizada y excluida de la posibilidad de participación en los comicios. Tampoco habrá observación electoral independiente. De tal manera que el resultado está dado.

Ortega fue un destacado guerrillero que llegó al poder en 1985 y volvió en el 2007, y todo parece indicar que permanecerá algunos años más. El riesgo que advierten los analistas es que el país entre en un círculo vicioso de falta de solución a los problemas nacionales, que se responda con nuevas promesas y ciertas realizaciones en infraestructura, mientras la corrupción y la represión, propias de los regímenes personalistas, vayan aumentando y ante las pérdidas de libertades que impiden las manifestaciones de descontento y la crítica, se produzca una explosión que deje víctimas y que dé lugar al retorno de la violencia en el país.

Es deseable que el régimen y la oposición inicien un diálogo que prepare la recuperación de la alternabilidad, requisito fundamental de la democracia. (O)