Los humanos nacimos para sembrar, cosechar los frutos, saborearlos y volver a sembrarlos. No es normal que la vida termine con la vida, ni que la inteligencia disfrute exterminando rivales o menoscabando potencialidades.

Un gobierno que cree en la democracia debe tener bajo su brazo un paquete de actitudes que lo retraten y que, a su vez, respeten las raíces del grupo humano que quiere gobernar. Hacer lo contrario es traicionar a una nación, es burlarse de la ingenuidad de un pueblo, es poner en grave riesgo su futuro, es gobernar de espaldas a la sensatez y de cara a consignas nocivas para la sociedad.

Con el debido respeto al día consagrado a recordar a nuestros seres queridos, a esas personas que de pronto nos dejaron solos y con hondas penas, quiero analizar, en breve, aquello que en una década de gobierno ha ido sucumbiendo, unas veces abruptamente, otras con lentitud. Tenemos difuntos, agonizantes, enfermos incurables y una gama de males que denuncian un cuerpo que perdió su vigor y salud. ¿Ecuador cambió? Claro que sí. La brújula apunta a un norte donde la nave de la democracia hizo agua hace rato.

-Réquiem por la cordura y el buen juicio. Mueren desterrados, abandonados, maltratados, asfixiados por la insensatez, el atolondramiento, la desmesura, la egolatría y la desfachatez.

-Réquiem por la justicia, muerta de manera alevosa y plebiscitaria mediante un atentado masivo que culminó con la vergonzante metida de mano en todo un cuerpo legal. La metida de mano en la justicia es sin duda la estocada genial de un gobierno que jugó a su antojo con el manoseo legal de la Constitución y leyes derivadas, a más de nombrar como jueces a personas leales a los intereses de quienes los designaron.

-Réquiem a la iniciativa privada: a escuelas, colegios y universidades, agrupaciones y asociaciones, libre comercio, medios de comunicación, bienes personales y societarios.

-Réquiem a la libertad de expresión. Jorge Lanata, periodista argentino, ha colocado el epitafio en su tumba.

-Réquiem a la independencia de las funciones del Estado.

-Réquiem a la honradez. El 30 de mayo del 2015, en esta columna, pedí a RCD: “Disponga usted, mediante ley que otorgue garantías y respete libertades, que todo contratista declare el sobreprecio que debió pagar para acceder a la obra pública. Se requiere de una ley valiente porque tanto quienes exigieron como quienes aceptaron pagar sobreprecios son igualmente culpables. Usted prometió combatir la corrupción, presidente”. Mi pedido cayó en saco roto.

-Réquiem por el respeto a la igualdad de oportunidades. La última sabatina conducida por el candidato a la Vicepresidencia, por AP, es un descarado atropello a la Ley de Elecciones. Con seguridad fue ‘de buena fe’.

Se acabó el espacio. Quedan cadáveres insepultos, malolientes. La democracia requiere de cuidados intensivos. Ha desaparecido la vergüenza. Se la busca con apremio.

La democracia y el socialismo tienen en común solo la igualdad, pero noten la diferencia: cuando la democracia busca igualdad en la libertad, el socialismo la busca en la restricción y el servilismo”, Alexis de Tocqueville. (O)