Casi una decena de mensajes escritos recibí con motivo de mi primer artículo sobre este tema, que publicó EL UNIVERSO, el 12 de octubre de 2016.

Me ha parecido importante, además de haber agradecido cada uno, transcribirlos sintetizados, para usted.

He aquí algunas de esas reflexiones y opiniones:

El texto del artículo ayuda a meditar en qué estamos fallando y si damos importancia a nuestros vicios.

Siempre debemos estar en fase de mejoras, pues no podemos repetir errores que pueden acarrear daños a nuestra familia.

Si damos un mal ejemplo se afecta nuestra familia, entorno, barrio, ciudad, clubes sociales, que es donde se ve más despotismo y prepotencia. Enseñemos a tener humildad y a ayudar al prójimo. La castidad está perdida. La pereza procura que todo se nos dé fácil, lo cual atrae la envidia, desde pequeños, a todo nivel económico.

Qué distinto sería el mundo si cada ser humano comprendiera que existe un ser superior dueño de todo y que nosotros somos simplemente administradores. Por desconocer este principio es que los seres humanos cometemos tremendas injusticias.

El que obra bien ama a Jesús; el que obra mal no lo lleva en su corazón.

Si bien la ira es un pecado capital, no es por sí sola negativa.

Un día antes de confesarme le pedí a Jesús que me hablara por medio del sacerdote. Este me habló de las virtudes y luego busqué en internet y encontré el libro De las virtudes y de los vicios, de Concepción Cabrera de Armida, donde se explica en detalle este tema.

Vicios y virtudes tenemos todos, lo que importa es tener conciencia de cuáles son nuestras debilidades y fortalezas, y tratar de disminuir las unas y aumentar las otras.

Generalmente no vemos nuestros defectos o si medio los miramos, nos hacemos “de la vista gorda”. No nos gusta que nos digan en qué fallamos; pero, eso sí, nosotros sí vemos la paja en el ojo ajeno.

El examen de conciencia propuesto es difícil pero no imposible. Hay que invocar al Espíritu Santo para poder determinar nuestros defectos o vicios, aceptar que fallamos, tratar de mejorar y superar lo que nos está afectando.

Hay gente que vive engañada y engañando, en un mundo irreal y no dan su brazo a torcer, afectándose ellas mismas, sus familias y la sociedad en la que se desenvuelven.

Lamentablemente los vicios repercuten negativamente también en los familiares, cuando estos son identificados socialmente como los hijos, los nietos, los primos o los sobrinos de una persona viciosa, y así se imponen estigmas a los inocentes.

Por eso es bueno reflexionar y hacer correcciones, pidiendo coraje y valentía al buen Dios para superarse, porque es triste vivir equivocado y morir igual ha de ser más triste todavía.

¿Qué le parecen estas reflexiones de mis lectores? ¿Tiene otras?

Por nosotros mismos y por nuestros familiares ¿debemos empeñarnos en mejorar nuestro proceder desterrando vicios y practicando virtudes?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)