La Organización de las Naciones Unidas acaba de elegir un nuevo secretario general, el portugués Antonio Guterres, que se autodefine como un hombre de acción y que se dio a conocer por su trabajo y preocupación por los refugiados.

La Organización nació con el propósito de “realizar la cooperación internacional en la solución de los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario” y “fomentar el respeto por los derechos humanos”.

Hay etapas en las que se ha dudado de su eficacia, y el cambio de quien lleva el timón abre una esperanza de un nuevo rumbo para la Organización, en un momento en que la paz del mundo se ve amenazada por la guerra en Siria, la crisis de refugiados y los conflictos en Yemen y Sudán del Sur. El nuevo secretario general, que se preguntó en su discurso de posesión: “¿Qué ha pasado con la dignidad de la persona humana? ¿Qué nos ha tornado inmunes al apuro de los más desprivilegiados?”, sabe muy bien que “la paz es hoy infelizmente la gran ausente de nuestro mundo (...). La ONU tiene el deber moral y el derecho universal de implementar como prioridad principal la diplomacia para la paz”. El mundo espera que el señor Guterres lo logre. (O)