El que el presidente Correa haya invitado a venir al Ecuador a la expresidenta de Argentina, entre otros coidearios suyos, es una cosa que merece análisis especial sobre la incidencia política nacional e internacional que tal invitación tendrá; pero que el Congreso haya decidido otorgarle la condecoración Manuela Sáenz produce indignación, por tantas circunstancias que marcan un contraste entre la condecorada y la heroína quiteña, la más notable de todas las mujeres que aportaron al hecho más relevante de toda la historia latinoamericana, la lucha por la independencia. Empezando por el final, el mayor contraste está en que Manuela vivió sus últimos años en el Perú, en Paita, vendiendo tabaco, hasta que una caída la incapacitó y cuando murió, en la miseria, fue enterrada en una fosa común. Manuela no entra en la historia, solamente, por su relación con Bolívar, pues ya en Perú, antes de conocerlo, recibió, por su decidida participación en favor de la independencia, la condecoración de la Orden del Sol, creada por San Martín, lo que la convirtió en la Caballeresa del Sol. Si Manuela tiene ese otro título, el de “La libertadora del Libertador”, es porque, exponiendo la suya, salvó tres veces la vida de Bolívar, la última, en Bogotá, en 1828, en que con un coraje sin igual enfrentó a los conspiradores que venían a asesinar al Libertador. Manuela murió en la miseria; Bolívar gastó su gran fortuna personal en las luchas por la independencia. No emplearon el poder para hacer fortunas.

Muerto el Libertador, Manuela fue desterrada de Colombia y el Ecuador no la recibió. Justo es que los ecuatorianos la reivindiquemos con un monumento en su honor en frente del edificio de la Unasur, pues la unidad latinoamericana fue el sueño de Bolívar y de su compañera heroica. Por supuesto que su monumento no puede estar al lado de quien no conoció siquiera el Ecuador; una amistad del presidente Correa no es título para un monumento, y si la presidenta del Congreso ecuatoriano conociera la historia, no pensaría en imponer a la expresidenta la condecoración que lleva el nombre de la heroína quiteña.

La señora expresidenta, que donó el monumento de su marido, si no busca asilo, bien haría en llevárselo, porque la ciudadanía, que no lo pidió, tarde o temprano lo derrocará.

Por solidaridad con sus compañeros –los exgobernantes ahora investigados por atraco de los fondos públicos–, el Gobierno ecuatoriano compromete los intereses ecuatorianos, nos enfrenta con grandes países sudamericanos, y se queda solo, como le ocurre al presidente Maduro. Los países integrantes del Mercosur le han dado un término perentorio para respetar los principios democráticos del organismo. Después de la burla al reclamo multitudinario del pueblo venezolano, al postergar el referendo revocatorio, Venezuela no podrá reintegrarse al Mercosur. Le queda el apoyo de Bolivia, desde su soledad, y el de Ecuador, que sigue su ejemplo, procurando dividir y politizar a las Fuerzas Armadas, y llevarnos por la misma senda que ha destruido a Venezuela. Tenemos que impedir la destrucción de nuestra Patria, y defender el honor de nuestra heroína. (O)

La señora expresidenta, que donó el monumento de su marido, si no busca asilo, bien haría en llevárselo, porque la ciudadanía, que no lo pidió, tarde o temprano lo derrocará.