Con gran bombo organizó Nicolás Maduro la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), que terminó el domingo pasado. Fue un fiasco.

De 120 jefes de Estado o Gobierno invitados, solo asistieron ocho: Maduro y tres de la ALBA: Correa, Evo y Raúl. De Centroamérica, el salvadoreño Sánchez. No estuvo Daniel Ortega.

Del resto del mundo, tres: el presidente saliente de NOAL, el iraní Rohani, para entregar la presidencia del Movimiento a Maduro, hasta la cumbre de 2019. El eterno presidente de Zimbabue, admirador de Chávez. El palestino, presidente de un Estado que no controla su territorio: necesita aprovechar toda oportunidad para figurar.

A Teherán 2012 asistieron 24, entre reyes, jefes de Estado y de Gobierno. Por primera vez en la existencia del Movimiento no asistió el primer ministro de la India, el país fundador de NOAL y líder de este.

La oposición venezolana denunció el enorme gasto para una cumbre fracasada, en un país en bancarrota; atribuyó el fracaso al desprestigio de Maduro. Henrique Capriles sentenció que “la mayoría no vino al show en respeto a los venezolanos”.

No coincido. Gran parte de los miembros de NOAL no son democracias, y les importa un comino el sufrimiento de los venezolanos. Por una vez salgo en defensa de Maduro.

NOAL es una institución arcaica: responde a un mundo que ya no existe. En 1961, cuando la fundó Nehru (India), junto con los jefes de Estado de Ghana, Egipto, Indonesia y Yugoeslavia (los tres últimos, autocracias), se vivía la Guerra Fría. El comunismo con Moscú y Pekín como capitales buscaba expandirse, sea vía revolución, por ejemplo en Latinoamérica, o invasión, como amenazaba a Europa Occidental. Los países que se sentían amenazados buscaban la protección de Estados Unidos, lo que conllevaba una subordinación a políticas establecidas por Washington.

O se estaba alineado con Washington, o con Moscú. Ante eso, Nehru tuvo la visión de gestar un movimiento de países de menor desarrollo que rehusaban alinearse. India es una democracia y, por ende, contraria al comunismo. Pero por razones geopolíticas era cercana de Moscú.

La razón de ser de NOAL desaparece cuando se desmorona el bloque comunista. Se esfuma la amenaza de subversión o invasión. A su vez a Washington le importa menos lo que pasa en regiones que dejaron de ser estratégicas, como Latinoamérica; reduce programas de asistencia.

El mundo pasa a ser unipolar, con solo una superpotencia. Pero eso duró poco. Sin amenazas a su sobrevivencia, y la disminución del apoyo de Estados Unidos, no hay beneficio para un país en estar alineado. Los aliados tomaron distancia. Basta mantener una buena relación económica, sin tener que sacrificar soberanía.

Es probable que el primer ministro de India, Narendra Modi, con su ausencia, esté emitiendo la señal de que no saca provecho de un foro estridente, en que sobresalen denuncias contra Estados Unidos. Que su prioridad es el desarrollo económico, para no rezagarse en relación a China; que para ello es vital estrechar las relaciones con Estados Unidos.

La alineación ya no es con un país, sino con una meta: el desarrollo. El tiempo de la demagogia barata ya pasó. NOAL: están desalineados. (O)