No, no me he comido la “r”. Pues la evolución es el único sistema natural o “apolítico” en que fervientemente creo. La historia de la especie humana lo demuestra hasta la saciedad.

Las llamadas ideologías, llámense derechas, izquierdas, fascistas o imperialistas, que intentan o han intentado convertir al ser humano en un vasallo aferrado a una determinada idea en el orden de las cosas, han fracasado rotundamente. Las mismas palabras bíblicas lo dicen: “La verdad os hará libres”.

No, no se trata de libertinaje de acción o pensamiento. Se trata de que cada individuo que llega a este planeta tenga una misión que cumplir de servicio al prójimo y al medio que lo rodea, desde cualquier ubicación que le depare la vida, basándose solo en el sentido común y procurando aplicar esta filosofía con sabiduría, justicia y sutileza.

Es decir, sin necesidad de acudir a la violencia verbal o física. Y he aquí, que entra la razón de la evolución que nos distingue de las especies animales.

Uno se pregunta ¿qué podrían hacer los futuros gobernantes de nuestro atribulado país para lograr una significativa evolución de nuestra gente?:

a) Apoyo a la libre empresa, creadora de fuentes de trabajo, pero con responsabilidad social; b) Libertad de expresión con responsabilidad; c) Educación y nutrición dirigida especialmente a las zonas rurales y de bajos recursos; d) Atención médica inmediata y eficiente; e) Puertas abiertas a la inmigración de todas las razas que deseen integrarse positivamente en nuestro país; f) Apoyo al arte y a la cultura en sus diversas manifestaciones.

Pero lo principal, que la energía y capacidad de la juventud se apoye en los ejemplos, sabiduría y experiencia de los ancianos, tal como en las civilizaciones griegas, romanas y ancestrales. (O)

Alfredo Minervini Faillace, jubilado, Guayaquil