Mientras la Asamblea de la ONU hacía un llamado a poner fin a la guerra de Siria y el secretario general Ban Ki-Moon criticaba a los “gobiernos que han pasado por alto, facilitado y financiado o participado en atrocidades perpetradas por todas las partes de Siria contra civiles sirios”, en su afán de restablecer la paz, Corea del Norte afirmó que había probado con éxito un motor de cohete que le permitirá equiparse con misiles balísticos intercontinentales. En lo que va del año ha efectuado dos pruebas nucleares y varios lanzamientos de misiles desde un submarino.

Por un lado hay incapacidad de negociación para lograr la paz en Siria y por el otro, capacidad para producir armamento que, obviamente, indica que desean estar listos para una posible guerra de alcances inimaginables. En ambos casos se trata de fracasos en favor de la paz, por ahora en geografías lejanas, pero siempre con efectos devastadores para el proceso de humanización.

Es obligación de los estados, por pequeños que sean, trabajar por una cultura de paz y definir sus relaciones internacionales, interpretando el sentir de su pueblo, más allá de coincidencias o desencuentros ideológicos. (O)