Uno de esos conglomerados convertidos en parte del turismo presidencial más anacrónico debe ser el que conforman los llamados países no alineados en su reunión en una isla –casi metafórico– de Venezuela. ¿No alineados a quién? La URSS es parte de la historia antigua de finales del siglo pasado; Estados Unidos, más preocupado en evitar que un lunático como Trump alcance la presidencia y amigado con Cuba, que sigue siendo una isla anacrónica en pleno siglo XXI. El desfile de mandatarios convertidos en parias mundiales con un referente excepcional de ese grupo que es Maduro, nos grafica con claridad el nivel de anacronismo al que han llegado los herederos de Nasser, Tito, Nerhu y otros.

Ahí estaban Mugabe o la mayor contradicción de gobernante africano, un mulah de Irán y tal vez un psicópata norcoreano, todos juntos a un rejuntado equipo que se ha quedado no solo sin discurso sino por sobre todo sin realidad. Deben cambiar urgentemente de nombre, hacerse un lifting evidente y por sobre todo encontrar un enemigo o un par de ellos por lo menos sólido que justifique un viaje a la Isla Margarita. De lo contrario, tanto los participantes como los temas solo servirán para retratar el sueño de algún mandatario aburrido al que el jet lag no le perdona un par de bostezos y un sueño profundo a pesar de que en su país la pesadilla se viva despierto.

El anacronismo no es solo la denominación de no ser alineados sino en probar al interior de sus países la abierta contradicción entre aquello que promovió su conformación en el siglo pasado y la realidad en la que viven sus poblaciones.

El anacronismo no es solo la denominación de no ser alineados sino en probar al interior de sus países la abierta contradicción entre aquello que promovió su conformación en el siglo pasado y la realidad en la que viven sus poblaciones. ¿Cómo explicar a los hambrientos y perseguidos de Zimbabwe, Corea del Norte o Venezuela que el no ser alineados a no sabemos quién le representa un peor nivel de vida y unas condiciones indignas en general?

Con una realidad tan lacerante, estoy seguro de que muchos de los seguidores de estos cuasi parias mundiales estarán pensando seriamente estar alineados a cualquiera toda vez que ello represente vivir mejor. El enemigo de los no alineados solo está en fila con la pobreza, la violación a los derechos humanos y la persecución. Ellas son las enemigas de poblaciones que si se les preguntara el valor de estas cumbres diría que forma parte del paseo internacional de sus mandatarios para superar el aburrimiento de someter a sus pueblos a las peores condiciones de vida. Algunos dirán: “que se vayan, así descansamos de ellos por unos instantes”, y no faltarán otros con deseos todavía más radicales.

Es innegable la falta de imaginación de estos presidentes que hace rato deberían haber liquidado de raíz estos grupos que atrasan el reloj de la historia en varias décadas y someten sus desgastadas figuras a un hazmerreír cotidiano de sus afligidos ciudadanos. La elección de la Isla ha sido claramente una manera de evitar las manifestaciones en Caracas, y la contestación oficial de Maduro dio pena. La situación de los venezolanos es contundente: “queremos un referéndum revocatorio para expresar nuestro repudio al gobierno de ocasión”. El Gobierno lo niega porque sabe el resultado y para evitar marchas y repudios realiza una cumbre en la otrora paradisiaca Isla de Margarita. El resultado no puede ser otro que el fracaso no solo por los invitados que representan todo lo que la ciudadanía mundial repudia de los gobiernos. A los convidados solo les queda ficcionar sobre la realidad que les toca administrar. Buscarse un chivo expiatorio para justificar sus flagrantes violaciones a los derechos humanos o recurrir, como lo hizo uno de los invitados, a mofarse del anfitrión y su exceso de peso en el ánimo de levantar el caído ánimo de los convidados.

No hay otra, el foro de los países no alineados no aguanta ni un chiste pesado. Es anacrónico en su denominación, sus miembros y su contenido.(O)